Opinión | Cine | Crítica

«Performance» de acoso escolar

En primer plano, Renate Reinsve en "La tutoría".

En primer plano, Renate Reinsve en "La tutoría". / Cedida

Lo que hace Halfdan Ullmann Tøndel, hijo de Linn Ullmann y nieto de Liv Ullmann e Ingmar Bergman, en Armand (titulo original que en nuestro país se modificado por La tutoría) es indagar en un caso de acoso sexual infantil. Nada nuevo bajo el sol. El problema viene cuando quiere ser tan original que la historia comienza a adoptar formas surrealistas, a ratos oníricas, provocando que durante la segunda mitad del metraje el espectador se encuentre inmerso en una gigantesca performance no al alcance de todos los públicos.

La tutoría llega con las credenciales de haber ganado la Cámara de Oro a la primera película en el Festival de Cannes. Aunque dudamos de que si la filiación del muchacho no fuera tan exquisita no habría tenido las puertas tan abiertas de par en par en el certamen más importante del mundo.

La tutoría (Armand) es excesiva por donde se mire. A medida que con una anécdota sencilla va girando sobre sí misma pone a prueba la paciencia del respetable. Secuencias como la del ataque interminable de risa de la protagonista o el diluvio que aguanta estoicamente en su tramo final no son más que estilemas de autor caprichoso que pretende epatar a la concurrencia. Estos chispazos de autor se aprecian con bastante claridad en las coreografías de danza contemporánea que se saca de la chistera para que nos demos cuenta de hasta qué punto la ansiedad está haciendo mella en los sufridos personajes. Por cierto, que los niños ni están ni se les espera. A lo mejor, con tanto ejercicio de estilo, la verdadera película se ha quedado sin rodar.

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