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La corrupción en sus peores datos

Transparencia Internacional y el Consell, contra la corrupción

Transparencia Internacional y el Consell, contra la corrupción / INFORMACIÓN

Transparencia Internacional (TI) es la principal organización no gubernamental a escala mundial dedicada a prevenir y combatir la corrupción. Valora y analiza la corrupción pública en sus diferentes facetas o ámbitos, de cada país hacia su interior y en el plano internacional, comercial, económico y político. Es una ONG plenamente confiable cuyo prestigio, derivado de su radical independencia, es reconocido internacionalmente.

TI realiza anualmente una encuesta en la que mide lo que llama IPC, esto es, un índice de percepción de la corrupción, que califica a cada país en un ranking que puntúa del uno al cien esa apreciación y, a la vez, ordena los ciento ochenta países analizados por orden descendente en cuanto a la corrupción apreciada en cada uno de ellos y las medidas que se adoptan para enfrentar ese fenómeno y su trayectoria en el tiempo.

Ha sido noticia en los medios la publicación del IPC del año 2024, en el cual, nuestro país, ha caído a las cotas más bajas de los últimos treinta años, por debajo de las que se constataron en los años en los que Sánchez promovió una moción de censura contra Rajoy. Este IPC se calcula sobre la base de muchos elementos a tener en cuenta; entre ellos, la malversación, los funcionarios que se enriquecen a su costa, el nepotismo en los nombramientos, los instrumentos de cada país para enfrentar la corrupción etc…

Es evidente que esa percepción, por mucho que el Gobierno y sus aliados en todos los órdenes se empeñen en negarlo, es real y se basa en un conjunto de sucesos que sirven para concluir que el poder, su alcance y mantenimiento es superior en este Gobierno a la lucha contra la corrupción y que la ciudadanía es consciente de la situación, aunque se niegue y combata con negaciones y ataques al Poder Judicial. Precisamente, la tendencia a deslegitimar al Poder Judicial y los proyectos legales que pretenden una suerte de amnistía del PSOE y su entorno son elementos determinantes de una apariencia que daña la imagen de España hacia el exterior y hacia el interior.

Desde la amnistía en el marco de la reducción de la eficacia del delito de malversación, que no escapa a la percepción de constituirse en un acicate o facilitación de la comisión de estos hechos en general, pasando por los asuntos que se mantienen sub iudice, como el llamado caso Koldo, que no es un asunto limitado a esa persona de tercer nivel, sino que alcanza de lleno al PSOE, siguiendo con la compleja justificación de la exención de responsabilidad en el caso de los ERE y, concluyendo con los procesos que atañen al entorno de Sánchez, todo ello está en la base de la imagen que de nosotros se tiene.

España, y eso no puede ser tolerado o aceptado, es y resulta calificada ya como una «democracia defectuosa». Desde la inauguración del modelo de la confrontación y el inicio de un sistema basado en coaliciones de interés inmediato, que dan lugar a la sustitución de la política por el mercado más burdo, España ha perdido su consideración lograda en la Transición y camina en una deriva incierta.

Tal vez el problema sea real y haya de atacarse con medidas rigurosas y no con tolerancia y exaltación de quienes son los responsables de la salida de España del grupo privilegiado de países democráticos estables y no corruptos. Que el CIS, en su nuevo «estudio» eleve la intención de voto del PSOE no es creíble, salvo que entienda este organismo imaginativo que a los españoles nos resulta indiferente la realidad o hemos entrado en la tradición de lealtad absoluta e irracional propia de las dictaduras.

El deterioro de nuestro país es innegable.

El IPC, como se ha dicho, se mide con dos factores: uno, que valora sobre 100, siendo el 100 el óptimo; y, otro, la posición mundial ocupada entre 180 países.

En el año 2002, España obtuvo 71 puntos y ocupó el lugar 20. En 2006 bajó al 23. En 2008 bajó al 28; en 2010, al 30. En 2012 mantuvo el 30, pero sus puntos descendieron a 65. En 2014 cayó al 38 y obtuvo sólo 60. En 2017 volvió a caer al puesto 42 y sólo logró 57 puntos. En 2020 subió al puesto 32 y alcanzó 62 puntos. Un éxito. En 2022, no obstante, volvió a bajar al puesto 35 y sumó sólo 60 puntos. Y, en 2024, el resultado es nefasto: bajamos al puesto 46 y únicamente obtuvimos 56 puntos. Ni siquiera con Rajoy, el censurado, se llegó tan bajo en puntuación y ranking.

Y, si tenemos en cuenta a los países de la UE, descendemos al puesto 16 de 27.

Tomemos nota de estos datos estadísticos, que pueden ser fríos, pero que deben servir para meditar sobre una realidad que no debe ser superada por la pasión y el enfrentamiento. De seguir en esta senda el futuro se presenta poco esperanzador. Y remontar no es fácil. Téngase en cuenta que este Gobierno, con sus políticas de refuerzo del Poder Ejecutivo, de control de las instituciones, está construyendo un aparato de apariencia autoritaria y de nulo control que quienes vengan aprovecharán al máximo. Y la democracia, aunque defectuosa, es democracia y se basa en la alternancia. Luego no valdrán los lamentos. La ultraderecha no surge por generación espontánea. Algo se está haciendo para sembrar su semilla. Solo se previene y combate con una democracia de calidad e instituciones independientes. La historia debería habernos enseñado, pero hay quien solo ve en ella lo que quiere o puede.

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