Opinión | El teleadicto

Tony Isbert

Tony Isbert.

Tony Isbert. / EP

La muerte de Tony Isbert a los 74 años de edad nos evoca su participación en la serie Anillos de oro, en el que sin pretenderlo resultaría a la postre su actuación más vista a través de la pequeña pantalla. Sucedió cuando él tenía 32 años, y los viernes por las noches del otoño de 1983 se emitía la serie Anillos de oro. El capítulo 7 se dedicó a la homosexualidad, y en él veíamos al joven Tony Isbert interpretando un chico bien acostándose en la alcoba con su amante de incógnito. Hasta que un día era sorprendido por su sirvienta, Queta Claver, a la que se le caía la bandeja de la comida del susto. Mismamente como si hubiese visto a Satanás.

Así era la iconografía de la homosexualidad en nuestras pantallas hace cuatro décadas, y de ahí el valor de Ana Diosdado al ponerla en escena mediante unos guiones modélicos. A pescar y a ver al duque tituló este capítulo, mostrando cómo la riqueza del lenguaje va por zonas, y este dicho suena extrañísimo en la zona del Levante.

Sea como fuere, la emisión concitó unas audiencias millonarias. La noche del viernes de aquel trimestre fue la joya de la programación. En ella se congregaba el Un, dos, tres y Anillos de oro que concluyó el viernes 30 de diciembre. Entonces no se medían las audiencias con audímetros, pero sí se realizaba el panel de aceptación de programas y ambos salían a la cabeza del ranking semanal.

Fueron muchos los papeles en los que Tony Isbert se dejó ver tanto en el teatro como en el cine y en la televisión, pero seguro que en ninguno lo vieron de una tacada de alrededor de veinte millones de espectadores, como ocurrió en aquella ocasión histórica.

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