Nuestras razones

El título original de esta película, Duras verdades, es más poderoso y es más ajustado que Mi única familia, con el que se ha presentado en nuestro país. Mike Leigh, experto en secretos y mentiras en la esfera doméstica, recupera a Marianne Jean-Baptiste, una de las actrices en estado de gracia en Secretos y mentiras (1995) y la obliga a realizar un tour de force de antología. Interpreta a Pansy, una mujer que no se aguanta y como consecuencia de ello no soporta a los demás. Se levanta cada mañana enfadada con el mundo, y regaña a todo el que se le pone por delante, lo mismo da que sea su médico, su dentista, que la cajera del supermercado. También han de soportar su carácter los dos benditos con los que cohabita en casa, su marido y su hijo, con los que la comunicación es imposible.

La estrategia de Mike Keigh es la de someter al espectador a una olla a presión hasta que se le haga insoportable continuar asistiendo a las impertinencias de esta mujer. Intuimos que en algún momento tendrá que llegar la catarsis. Y vaya si llega. Lo que ocurre es que no lo hace de la forma convencional en que puede esperar el espectador. Mike Leigh nos atiza un puñetazo en el estómago en el tramo final de la función del que no vamos a desvelar un ápice. Es de destacar cómo fotografía desde la primera secuencia la mansión dónde vive la infeliz protagonista. Por muy insoportable que parezca, todos tenemos nuestras razones.