Opinión | Pensamiento periférico

¿Hospitales o tanques?: la pregunta que Pedro Sánchez no quiere oír

«Sería un suicidio político y electoral que entraran en competición el gasto social y el militar», avisan los socialistas europeos, mientras que Von der Leyen apremia a reordenar los presupuestos nacionales

¿Hospitales o tanques?: la pregunta que Pedro Sánchez quiere oír.

¿Hospitales o tanques?: la pregunta que Pedro Sánchez quiere oír.

«Nos equivocamos cuando bajamos la guardia». «Hay que redoblar la defensa europea». «Putin es un vecino hostil, no podemos confiar en él». Los mensajes de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ante el pleno del Parlamento europeo en Estrasburgo tuvieron el tono épico de las arengas de los generales de los ejércitos a su tropa. Parece una distopía pero así suena el latido del corazón europeo en este momento. Misiles, tanques, ciberseguridad, drones, defensa, guerra, invasión, Rusia, Putin y Trump dominan el diccionario de la Eurocámara. Los discursos de los eurodiputados marchan a paso marcial, con oratoria militar.

Von der Leyen apremió a los estados a invertir en Defensa hasta el 2 % de su PIB, incluso hasta el 3 %, y avisó: «Es para ya». En la tribuna de invitados, un grupo desplegó una pancarta: «Más sanidad, menos armas». Iban con el ex primer ministro italiano y líder del Movimiento Cinco Estrellas, Giuseppe Conte. Desde Agrupación Nacional y Hermanos de Italia se rieron de que hasta anteayer la agenda verde consumiera las energías de la UE: «Han querido defender un poder herbívoro en un mundo carnívoro». «¿Quiénes de ustedes van a enviar a sus hijos al frente?», proclamó un eurodiputado de The Left en una interpelación sobrecogedora. La presidenta del grupo socialista, Iratxe García, se acordó de la advertencia de Churchill a Chamberlain, que reprochó el apaciguamiento ante Hitler que el mundo pagó con la Segunda Guerra Mundial: «Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra».

«Este es el momento de Europa y Europa estará a la altura. Larga vida a Europa», concluyó la presidenta del Consejo Europeo. «Estamos ante la caída del muro de Berlín de nuestra generación», consideró poco después el eurodiputado socialista Javier López, portavoz en la comisión de Defensa y vicepresidente del Parlamento europeo, ante un grupo de periodistas en Estrasburgo. «Sería un suicidio político y electoral que entraran en competición el gasto social y el militar», agregó.

Con un ojo puesto en la reunión de Zelenski con Estados Unidos en Arabia Saudí y mientras que Kiev lanza sus drones sobre Rusia en un intento desesperado de evitar una claudicación humillante, da vértigo sumergirse de lleno en el momento existencial que atraviesa la UE. La foto de Trump con su vicepresidente Vance humillando a Zelenski en el despacho oval de la Casablanca sirvió de catalizador. Europa se ha construido a arreones y está inmersa, acelerada, en uno de esos momentos históricos. En Estrasburgo este martes no había dudas.

El PSOE tiene claro su discurso, defiende el plan de rearme como «una fuerza de disuasión». «No es para hacer la guerra, sino para proteger la paz», aseguró López. Como argumentario está bien construido pero en el ambiente belicoso del Parlamento europeo, el mensaje se disuelve como un azucarillo. Pedro Sánchez peleará por un fondo para el plan de rearme como el Next Generation para la pandemia. El mensaje de quienes ponen más dinero, de los llamados frugales, es rotundo: no. Von der Leyen dejó claro desde la tribuna que hay 150.000 millones en préstamos y que los 650.000 restantes deben salir de los presupuestos nacionales. Hay muchas fórmulas posibles pero, al final, la pregunta resuena: ¿hospitales o tanques?

Con Sumar dentro del Gobierno negándose a aumentar el gasto en Defensa y con Podemos ensayando el «No a la guerra» que tan arraigado está en la sociedad española, Pedro Sánchez sabe que tiene un problema. Parece que el PP de Feijóo hace cálculos electorales y se prepara para hacer sufrir al Gobierno. Quién lo diría mirando la unidad del discurso de los socialistas y los populares europeos. En el Parlamento de Estrasburgo los conservadores marcan distancias con el grupo Patriotas por Europa, el caballo de Troya de Putin en el corazón mismo de la UE. Hasta Meloni empieza a asumir que no puede ponerle una vela a Dios y otra al diablo, porque no se puede ser la abanderada de Trump y la enemiga de Putin en estos momentos. Feijóo debería aprenderlo, hacer arrumacos a Vox en España y mantener la firmeza en el discurso europeísta en Bruselas es una dicotomía imposible en este momento de la historia.

La cosa no está para medias tintas. Lo de «cañones o mantequilla» tiene una larga historia y vuelve a estar más vigente que nunca.

Da vértigo oír latir a Europa a ritmo militar sin saber en qué tenemos que invertir, pero la idea unánime es que protegerse es la mejor manera de blindar la paz.

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