Opinión | Cartas de los lectores

Delia Fernández Bartolomé

Y Alicante era el paraíso

Imagen de archivo de la Playa del Postiguet, Alicante

Imagen de archivo de la Playa del Postiguet, Alicante / Turismo Alicante

En España desaparecieron las cartillas de racionamiento el 1 de abril de 1952 y en los años siguientes comenzaba una mínima y lenta recuperación económica que permitiría a los trabajadores (a costa de hacer muchas horas extras) disfrutar de 15 días de vacaciones.

Madrid era una ciudad que respiraba frío, miedo y oscuridad hasta en los uniformes infantiles de colegios religiosos, pero los madrileños tuvimos la suerte de descubrir Alicante. Viajábamos toda la noche en el tren botijo y acudíamos a casas particulares (habitación con derecho a cocina) recomendadas por amigos o compañeros y situadas principalmente por las calles Montengón y Cienfuegos en una suerte de trueque que constituiría el embrión del turismo masivo y el desarrollismo.

Descubrimos la luz del Mediterráneo, el calor del Postiguet y la generosidad de su gente: los balnearios Alhambra y Alianza, la pastelería Parisien de la Rambla, la horchata de Peret a la brisa del puerto, e íbamos al cine porque estaban todos cerca; Capitolio, Avenida, Monumental, Ideal y hasta fuimos a Tabarca.

Año tras año disfrutábamos de algo que para nosotros era el paraíso. Después llegamos en tren rápido, en avión y acudíamos a hoteles. Descubrimos otros mares, otras culturas pero nunca encontré la dulce nostalgia de mis vacaciones en los años cincuenta, cuando Alicante era, para los madrileños, la luz y la alegría.

Tracking Pixel Contents