Opinión | El ojo crítico

El pacto del ventorro

Carlos Mazón, durante el pleno del Consell de Valencia en el Palau de la Generalitat, ayer.

Carlos Mazón, durante el pleno del Consell de Valencia en el Palau de la Generalitat, ayer. / Jorge Gil / Europa Press

Carlos Mazón, desaparecido desde hace meses salvo contadas apariciones, ha dedicado todo su tiempo en conseguir un pacto con la ultraderecha valenciana que le permita aprobar los próximos presupuestos de la Comunidad Valenciana y continuar, in extremis, unos meses más al frente de la Generalitat. Aunque desde la sede de Génova de Madrid el Partido Popular intente hacer como que el desastre de Valencia era algo inevitable, algo que ya ha pasado, la realidad es que en las poblaciones afectadas, y en la misma ciudad de València, los 228 fallecidos por la dana del 29 de octubre continúan siendo algo muy presente en el día a día de los valencianos. En València, ciudad en la que vivo, me sigo encontrando con personas afectadas por la gran riada que me cuentan los daños que sufrieron en sus casas o cómo sus coches desaparecieron, las dificultades de los primeros días sin luz ni agua, las personas que conocían y que han muerto o la desesperación cuando vieron llegar el agua. Son miles las personas que tienen el recuerdo de que sus vidas estuvieron al borde del desastre y que se salvaron por el azar o por una decisión acertada. Aquella tarde yo mismo estuve a punto de ir a Ikea en compañía de mis hijos para hacer una pequeña compra. Si no lo hice fue porque sabía que al regresar, y aunque tengo tarjeta de residente, me iba a costar aparcar el coche en Ruzafa, mi barrio. Por ningún otro motivo. Estando en casa recibí el aviso por el sistema de alerta a móviles cuando, a tenor de la instrucción judicial, ya habían ocurrido todas las muertes.

Lo que quiero decir es que por mucho que el PP trate de desviar la atención de Carlos Mazón, creando y alargando supuestos escándalos del Gobierno gracias a noticias fake publicadas por pseudomedios y a las instrucciones judiciales basadas en la nada, tiene todos los elementos en contra. Por un lado, está el hecho de que el presidente de la Generalitat Valenciana no puede salir a la calle sin ser increpado. Ni ahora ni en los próximos años. Consecuencia de ello ha sido un presidente ausente de los principales actos de las recientes Fallas. No hay en todo el año en la Comunidad Valenciana ningún evento que permita a su presidente tener tanta proyección pública como las Fallas. Y Mazón ha estado escondido. Creer, por un momento, que va a poder presentarse a las próximas elecciones autonómicas es una quimera imposible. Por otro lado, la instrucción judicial sigue su camino. Los pasos dados hasta ahora han sido demoledores para Mazón y su partido. Sólo falta que la periodista Maribel Vilaplana sea llamada por la jueza instructora en calidad de testigo, es decir, con obligación de decir la verdad. Sería el acabose.

Pero es que además hay un elemento personal de muy difícil solución. Carlos Mazón lleva en política, y por tanto cobrando un sueldo público, desde alrededor de los 25 años. No ha trabajado nunca fuera de la política y eso es un gran hándicap. No hace falta ninguna explicación más. Ya he afirmado en alguna ocasión sobre la necesidad de que se estableciese un requisito imprescindible para poder acceder a un cargo público en alguna de las tres administraciones españolas así como para poder ser elegido eurodiputado. Me refiero a un mínimo de 12 años cotizados a la Seguridad Social como autónomo, trabajador por cuenta ajena o funcionario. Requisito que tendría que ser aplicado a todos los partidos políticos, empezando por el PSOE. No puede ocurrir que una persona, hombre o mujer, acceda a un cargo público con 25 años y pretenda encadenar un cargo tras otro hasta la jubilación.

Por todo ello el acuerdo entre el Partido Popular de la Comunidad Valenciana y la ultraderecha Vox para la aprobación de unos nuevos presupuestos solo se explica en el contexto de la necesidad de supervivencia política de Mazón hasta las próximas elecciones autonómicas. Ha sorprendido la rapidez del pacto y su oscurantismo. Sin discusión pública y sin que haya habido un verdadero debate sobre las necesidades de la Comunidad Valenciana. La rueda de prensa del presidente anunciando el pacto fue en realidad una claudicación a las ideas más radicales y conspiranoicas de Vox. Parece evidente que esta declaración fue impuesta por Vox por cuanto recogió todas sus obsesiones: los emigrantes, el cambio climático, la retirada de cualquier clase de subvención a los sindicatos mayoritarios y ONG o el cese de ayudas para la recuperación de los cuerpos de las víctimas de la barbarie franquista. Sólo faltó que Mazón se declarase antivacunas y terraplanista.

Y peor aún fue el silencio de la sede de Génova, con un Feijóo que está metido de lleno en una encrucijada. No puede conseguir que Mazón dimita pero cada día que pasa sus posibilidades de llegar a ser presidente disminuyen por el más que probable hundimiento del PP en la provincia de Valencia. ¿Y si no ocurriese esto último?, se pregunta Feijóo. Ahí está Díaz Ayuso a pesar de los 7.291 muertos en la pandemia en las residencias gestionadas por la Comunidad de Madrid.

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