Opinión | Hola, soy Dios

El mundo que viene… pasado mañana

El mundo que viene… pasado mañana

El mundo que viene… pasado mañana / Belmar Artworks

—Estoy leyendo un dossier de Bank of America que pone los pelos de punta, Pa.

—¿Sobre qué es, JC?

—Sobre las perspectivas del Mundo, hasta el año 2030.

—Bueno… los humanos se las prometían muy felices con el progreso científico, la inteligencia artificial y esas cosas…

—La verdad es que el avance tecnológico ha sido exponencial en las últimas décadas, pero parece que lo que viene ahora va a marcar a toda la Humanidad, o al menos así lo creen los analistas de ese prestigioso banco.

—Cuéntame.

—Se aproxima algo diferente, no es simplemente la evolución de los viejos paradigmas. En primer lugar se producirá un aumento de la demanda de casi todo: recursos físicos, energía, procesamiento de datos, telecomunicaciones, minerales críticos… Y, a la vez, se activará un intenso proceso de reconstrucción de infraestructuras y redes de servicios esenciales.

—No sé yo el resultado de eso con el populismo en auge en todo el mundo. Eso presagia conflictos comerciales y carreras de armas.

—Sí, así lo ven también los expertos. Como auguran un cambio radical, en relación con el consumo y un aumento de los servicios sanitarios, debido al cambio de perfil de la pirámide de población del mundo, que va envejeciendo progresivamente.

—Lo cierto es que la tecnología va a invadir al mundo, a lomos de la Inteligencia Artificial. Que se va a integrar en todos los ámbitos de la vida humana y generará un gran avance en innovación, nuevos productos en salud, en la industria y en servicios financieros. Y es probable que veamos una carrera de guerra tecnológica entre las superpotencias, condicionada por la desglobalización acelerada y el proteccionismo tecnológico, así como por las preocupaciones de privacidad.

—El tema de la Inteligencia Artificial es realmente apasionante. Se espera que se produzca una colaboración entre humanos y la IA para mejorar procesos productivos y tecnologías.

—Aunque eso pueda eliminar millones de puestos de trabajo, Pa.

—Así será al principio, sobre todo en los poco cualificados. Pero todos los expertos coinciden en que a medio plazo la IA creará más empleos que los que destruirá. Aunque, desde luego, los humanos habrán de aplicarse un poco más.

—Pero también avisan del cibercrimen.

—¡Sí! Tanto que la facturación de ese «negocio» se colocará en tercer lugar de los PIB del Mundo, tras USA y China.

—¿De qué hablamos, exactamente?

—De ataques cibernéticos, agentes de IA que desplazan a trabajadores, aumento de noticias falsas y desinformación o adicción a las redes sociales que conduce a la soledad. Se espera que el coste global del cibercrimen crezca hasta los 15,6 billones de dólares hacia 2030. No en vano, se producen vídeos falsos cada cinco minutos, y el número se duplica cada seis meses desde 2018. Se calcula que los costes por daños causados por noticias falsas alcancen los 40.000 millones de dólares en 2027.

—Eso es muy preocupante.

—Fíjate que un superordenador actual solo necesita un segundo para descifrar una contraseña. Es más. Los ataques informáticos tardan ahora una media de 277 días en identificarse y contenerse. La ciberseguridad, de hecho, se está convirtiendo cada vez más en una cuestión de seguridad nacional, ya que las infraestructuras críticas son más vulnerables a los ataques.

—Y ese crecimiento tecnológico…

—Requerirá cada vez más y más recursos, a lo que se sumarán las demandas del crecimiento demográfico. Y eso puede generar problemas…

—Cierto. Se necesita mucho dinero para reconstruir la infraestructura del mundo, acorde con las nuevas necesidades. 94 billones de dólares a nivel mundial para 2040, y se estima en 500.000 millones de dólares cada año para 2030. Y todo ello para abordar las descarbonización, electrificación, tecnologías disruptivas, relocalización, cambios demográficos. Igualmente, las infraestructuras más antiguas, como las redes eléctricas, los sistemas de agua y las redes de transporte, requieren su sustitución y modernización para integrar nuevas tecnologías, como la intervención de la IA.

—Y a todo esto, el populismo adueñándose de grandes partes del mundo. No sé yo cómo van a llevar los populistas estos cambios…

—Pues mal, Pa. Es cierto que los electorados se van alejando cada vez más de los partidos tradicionales por su falta de respuesta a problemas que les acucian: la inmigración, la inflación, las desigualdades… Pero luchar contra la globalización, comenzar una guerra comercial, negar las evidencias científicas en muchas cuestiones que afectan a los ciudadanos… no es la mejor manera de enfrentar los problemas.

—Ya sabes, Pa: El populismo se caracteriza por recetar soluciones sencillas a problemas complejos.

—Cierto, y esas casi nunca funcionan.

—Pero todos estos cambios… ¿Esto va a ser bueno, Pa?

—Pues no sé, JC. Son herramientas. ¿Un bisturí es bueno o malo? Dependerá de las manos que lo utilicen. Así, los avances pueden ser muy beneficiosos o el ataúd en el que enterrar a una civilización. De los humanos, una vez más, depende.

—Sí… eso me temo… n

N. del A.: Hola, soy Dios es un diálogo entre el Padre (Pa), el Dios del Antiguo Testamento: clásico, un punto colérico y vengativo; y JC, el protagonista del Nuevo Testamento: más moderno, tolerante y con un enfoque de la realidad más avanzado. Juntos analizan las situaciones en la Tierra y en especial las de su país favorito: España

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