Con la voz del Rico Pérez

Hace ya muchos años que Jorge Valdano dijo que el fútbol "es un estado de ánimo". Y tenía razón. En Alicante, ese ánimo se parece, quizá demasiado, a una montaña rusa. Un domingo se canta la victoria, y al siguiente bajamos al barro con el gesto torcido. Este domingo nos medimos con el Mérida en un duelo que decidirá la esperanza de entrar en los playoffs.

Cierto que estamos octavos. En tierra de nadie, eso dicen. Pero a veces, desde ese lugar se inicia el camino. Como el socarrat que se queda al fondo de la paella, y que aún puede dar gloria si se rasca con convicción. Ganar es vital, lo sabemos todos. No solo por los tres puntos, sino por la necesidad que tiene esta afición de creer. Porque en este deporte, como en la vida, la cuestión no es si te derriban, es si te levantas. Y si algo define al Hércules es su capacidad para volver con fuerza.

Y no se trata solo de jugar, sino de jugar con alma. El compromiso individual dentro del esfuerzo colectivo. Nuestro entrenador y jugadores lo saben. Y no bastará solo con arquitectos, harán falta albañiles que bajen al barro, que doblen el lomo y que no pregunten cuánto falta, sino cuántos minutos quedan por presionar. Porque esto no va de seguir un camino trazado, sino de abrirlo paso a paso. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.

OpiniónPedro Heredia

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Este domingo, más que nunca, el Rico Pérez debe ser trinchera y templo, aliento y abrigo. No es el día de exigir, sino de sostener. Porque la afición es soberana, sí, pero también es el alma de este club. La que aguanta todos los días. La que empuja cuando flaquean las piernas. La que siempre está.

Confiamos en nuestro equipo. En todo lo que poco a poco vamos construyendo y mejorando en el club. Y si contra el Mérida el balón toca la red en el minuto 92, no lo diseccionemos. No lo enfriemos con tecnicismos o dudas. No le pongamos un arancel. Celebremos. Como se celebra aquí: con alma y con garganta.

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