Opinión
¡Jope!

Carlos Mazón y Susana Camarero
Coincidí con Susana Camarero como diputada en la X legislatura, encontrándonos de forma frecuente al ser ambos miembros de la Comisión de Igualdad. Supongo que no me recordará porque la soberbia y desprecio con el que nos obsequiaba a los socialistas era más que patente. Posteriormente la nombraron secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, por lo que todos pasamos a ser directamente invisibles, como invisibles han resultado ser todas las personas que, con el agua al cuello, pedían ayuda el fatídico 29 de octubre de 2024.
La señora Camarero, que cobró sus primeras nóminas como cargo público en pesetas y que a fecha de hoy percibe más por trienios que por salario base, lleva desde el citado día acusando al Gobierno central de oscurantismo, apagón informativo, desvergüenza y una serie de epítetos que ahora sabemos que eran absolutamente falsos. Desde sus filas y la prensa afín han calificado al presidente del Gobierno como inhumano, por haber trasladado al presidente Mazón que cualquier cosa que precisase la pidiese, resultando que tal contestación había sido calcada a la dada por ella misma al “número 2” de Emergencias de su gobierno el día de autos, con única diferencia nada menor: que Pedro Sánchez no dijo “jope”.
Y supongo que aquí estará la clave. Si el presidente del Gobierno hubiese dicho “jope” ya no sería un ser deleznable y persona sin sentimientos, porque parece ser que ese “jope” (supongo que “mecachis” también hubiese valido) es lo que diferencia a un mal gobierno (el central) del gobierno de los mejores. Hay que tener mucha desfachatez para, con 228 muertos, y miles de personas arruinadas acusar a terceras personas de inacción, cuando la única reacción que se ha tenido frente a la magnitud de lo sucedido es haber dicho “jope”.
Susana Camarero, que en las semanas siguientes se veía como jefa del Consell, en un mundo normal no podría seguir ni un minuto más en un cargo público, por dignidad, por decencia y por vergüenza debería dejar su puesto y por tanto su carrera política de forma inmediata, y en caso de que no quiera o pueda buscarse la vida en el sector privado (hay que entender que cuando accedió a su primer cargo público nuestra Constitución era menor de edad y hoy ya casi es una cincuentona) el presidente Mazón la debería cesar de forma inmediata.
Pero claro, eso sería en un mundo normal, no en un mundo donde una institución arcaica y oxidada como la Cámara de Comercio hace una obra faraónica sin licencia en suelo público, y el responsable de dicho suelo, en este caso el presidente de la Autoridad Portuaria de Alicante, que también se veía hace unos meses como alcalde de Alicante, solo acierta a decir “jope”.
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