Opinión | Ver, oír y gritar

Viacrucis en sesión continua

Viacrucis en sesión continua

Viacrucis en sesión continua / Pilar Cortés

En esta Semana de Pasión los latigazos se dispensan con fervor en las espaldas de los más frágiles con sus coronas de espinas. Vean lo que ocurre en Ucrania, Gaza, Sudán... Oran en el huerto y ejercen su particular viacrucis. Un calvario. Las marchas suenan y las saetas contra Donald Trump y los de su especie se cantan en los balcones y en las calles. Los capirotes desfilan y los penitentes portan cruces de madera o van descalzos en las procesiones en señal de dolor. Costaleros y sufridores cargan el peso de las circunstancias adversas. Estandartes, cirios y mantillas ruegan al cielo en función de cada rogador. La última cena, claro, se le indigesta a más de uno. Y el próximo Domingo de Resurrección seguirá igual el mundo si Dios, o alguien, no lo remedia.

Los obstáculos van de uno en uno y, cuando parece que se van saltando, surgen otros de diversa índole. Así seguimos sin tregua e intentando ahogar las penas en el alcohol de unas cañas y del fútbol. Apretando botones del mando a distancia como forma de evasión, o haciendo turismo quizá para hacer unas fotos a la fachada del correspondiente ayuntamiento. Las bombas de distinto cuño continúan aniquilando, y la guerra comercial está en estado de pausa en la UE. Eso sí, las bélicas declaraciones y los fuegos artificiales de la oposición española siguen su imparable rumbo con destino a Sánchez.

Una de las principales banderas de la Comisión Europea es la de la tibia lucha contra el cambio climático. Las crisis siempre están latentes, sean en materia medioambiental, social, migratoria, de reconfiguración del orden global… El rearme del viejo continente, después de la entrada del elefante Trump en la cacharrería de la Casa Blanca con sus amenazas constantes, es otra de las cuestiones que están encima de la mesa.

La falta de respeto a los derechos humanos y la inestabilidad brillan más en unos lugares que en otros. Pero se palpan en términos generales porque se dan pasos adelante y hacia atrás. La procesión va por dentro y ahora por fuera en toda España con sus devotos desfiles a los que también acuden los agnósticos con hambre de romper la monotonía diaria.

Hay entretenimientos que no dan respiro a la sufrida población, como el que proporciona el paisaje de nuestro entorno más cercano. Podemos, en su quinta asamblea, ha desafiado a Sumar y quiere recuperar la hegemonía en el espacio de la izquierda alternativa e insumisa. A juicio de Pablo Iglesias, la embajadora política del «malmenorismo» es Yolanda Díaz. ¿Esa actitud allana el camino a la derecha extrema y a la extrema derecha? ¿Es defendible un pacto entre PSOE y PP sobre los presupuestos generales? Este es el dilema. La duda del ser o no ser. Transformar todo o nada.

El grupo morado, contra el que se ideó una batalla sucia en las cloacas del Estado y con el megáfono de los pseudomedios durante la etapa de M. Rajoy, según los indicios, salió malherido del envite, que es precisamente lo que buscaban ciertos intereses. No es que Sánchez esté obsesionado en «mantener la butaca del Gobierno». Intenta cumplir su legítima labor desde un enfoque socialdemócrata, posibilista y pretendiendo frenar las conductas más reaccionarias dentro de las leyes. ¿Suficiente? No.

El «sí se puede» de Podemos aspira a resurgir con fuerza y rechaza la reunificación que demanda la ministra de Trabajo. En unas próximas elecciones generales, con Irene Montero como candidata, los morados pretenden encabezar el cartel y que el resto de formaciones de izquierdas confluyan con ellos si quieren. ¿Sumar es una operación del PSOE para acabar con Podemos y conseguir una izquierda manejable? ¿Sánchez renuncia a las políticas de progreso? ¿La agenda socialista es idéntica a la del PP? ¿Adelanto electoral en cualquier momento?

Algo de todo ello se percibe, lo que no impide pensar que ciertas conductas pueden contribuir al éxito de las derechas. La cerrazón se erige como patrimonio progresista, si bien resulta estéril a menudo y no parece que sea la mejor opción en ningún caso. Los adversarios a batir son otros. Todos cometen errores y Podemos también.

Tras estar en el Gobierno, cayó en picado y ahora da lecciones de pureza. Sin querer da la mano a Vox y al PP en su aparente intento de tumbar al Ejecutivo y de vestirse de salvadores del país. Vale aportar ideas y soluciones, no convertirse en un problema, enseñar las uñas y lanzar petardos contra el Gobierno de coalición y contra quienes han sido aliados naturales en el Congreso. El primer perjudicado tal vez sea el que desempeña un comportamiento de esas características. ¡Qué calvario permanente!

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