Opinión | Retratos urbanos

Aventurero de profesión

Jaime Escolano Salvador es licenciado en Ciencias de la Información y profesor de deportes de montaña y del entorno natural en un instituto de Formación Profesional

Jaime Escolano Salvador, en una de sus excursiones por la montaña.

Jaime Escolano Salvador, en una de sus excursiones por la montaña. / INFORMACIÓN

Cambió de oficio: de periodista a cumplir sus sueños en la montaña, barrancos y bajo la tierra. Es un intrépido escalador capaz de superar complicadas zonas en ascenso y de descenso. La cima, casi siempre, es la mitad del camino. Es técnico deportivo en media montaña, profesor de medio ambiente y de excursiones y licenciado en Ciencias de la Información. Cambió el periodismo por cumplir sus sueños como aventurero a bastantes metros de altura sobre el nivel del mar. O por debajo. Un profesional de la aventura en «entornos vivos».

Jaime Escolano Salvador (Alicante, 1967) creció en el barrio de San Gabriel y correteó por laderas y zanjas del barranco de las Ovejas con sus amigos. Su padre, también llamado Jaime, fue practicante, enfermero de oficio, aunque en los últimos años de actividad profesional prestó sus servicios a la industria farmacéutica; la madre, Consuelo, fue profesora de artes plásticas en varias estancias. Tiene un hermano, Rubén, que es conductor de autobuses; sigue la tradición de su abuelo, que fue taxista, y de una familia siempre relacionada con el sector del transporte y de un entorno generoso: Autocares Escolano, desde San Gabriel a cualquier parte. Con estación y garaje cerca del mar y la sierra de Fontcalent.

De chaval se apuntó al Grupo Scout Águilas hasta que decidió estudiar periodismo. Disfrutó de muchas acampadas y del contacto casi habitual con la naturaleza. Se licenció en Ciencias de la Información en 1992, pero ya estaba curtido como becario durante varios veranos en el periódico La Verdad, cámara en ristre y con los ojos abiertos de par en par. «Periodismo era para mí una aventura cuando decidí estudiar la carrera. Me imaginaba viajando, conociendo gente y lugares. Viviendo experiencias, escribiendo y fotografiando el mundo. Y lo logré en algún momento de mi vida, aunque ha sido la montaña la que me ha dado esa aventura con la que soñaba», afirma. Cerca de treinta años dedicado a informar en prensa, en televisión, en documentales; hasta editó una revista. Pero sus crónicas, reportajes y fotografía, al final no colmaron sus deseos y la pasión por la montaña: «·El periodismo me ha ayudado a verla como la veo y a forjarme como persona y montañero», dice.

Jaime Escolano se ha formado para ser aventurero y docente: técnico deportivo en barrancos y cuevas casi en silencio; en carreras por los montes, en meteorología, en buceo, piragüismo… «En entornos vivos», asegura. Pero, sobre todo, es ecologista. «He sido un poco loco, pero trabajo en lo que más me gusta, al aire libre», comenta.

Tiene años de experiencia como guía de grupos en media montaña y en arrabales, incluso montado en bicicleta; al igual que en diferentes disciplinas relacionadas con la formación en técnicas de alpinismo. Ha acompañado a decenas de personas por diversas sierras y picos; también en rutas más complicadas en Pirineos y Los Alpes. Como aventurero y escalador, entre otras proezas, ascendió al Pico Lenin, situado en la cordillera del Palmir, en Asia Central, un lugar de vértigo con sus 7.134 metros de altitud, entre Rusia y China. «Empecé a jugar con la montaña como un niño, con toda la inconsciencia del mundo. La montaña era, y es, una aventura, entonces en su pura esencia, sin saber qué consecuencias me deparaba. Y crecí, y sigo haciéndolo, en ella. Y aquella aventura fue madurando y empecé a sentirla de forma más consciente y planificada. Actualmente sigo viviendo una aventura cada vez que me encuentro con ella. Hallo respuestas. Sé que seguirá sorprendiéndome. La montaña es una forma de vida y mi forma de vida».

Jaime trabajó como reportero en la televisión autonómica, Canal Nou, más de una década, hasta su cierre, en 2013. Fue una decisión política. Toda la plantilla, decepcionada por el apagón de la señal, obtuvo billetes hacia el desempleo. Unos meses más tarde, Escolano decidió ampliar su formación y dedicarse a lo que realmente le atraía: la aventura. Volver a empezar. Entre viajes largos, alturas superadas con destreza con técnicas precisas y caminos estrechos por los montes, Jaime aprendió todo lo que no enseñan los libros. Es profesor de módulos de formación profesional de las intrigas y la gentileza de las montañas y sabe manejar las cuerdas que se pueden necesitar para subirlas o bajarlas, sin vértigo, a chicos y chicas en el IES Haigón, en Sant Vicent del Raspeig. También enseña a su alumnado a relacionarse y, sobre todo, a respetar el entorno natural. Colabora además con una empresa dedicada a desatascar, tratar y contener enfermedades en las entrañas de la tierra, en canales oscuros: en cuevas, pozos y en alcantarillas obstruidas por materiales sólidos y grasos, especialmente por toallitas y plásticos que se algunas personas arrojan deliberadamente desde los inodoros.

Casado con Guillermina Jover, también periodista, la pareja tiene tres hijos: Jaime, Marcelo y Guillermo, por orden de edad. Los dos mayores han acabado sus carreras: Turismo y muchas cosas más, e interpretación rigurosa de lenguas en francés y alemán, respectivamente. El pequeño del clan estudia en la facultad de Ciencias Económicas. Guillermina y Jaime se conocieron, se enamoraron y se dieron el primer beso siendo becarios en los meses de estío en un periódico cualquiera a principios de los años noventa del pasado siglo. Ahí sigue la familia. Feliz y satisfecha. Con nuevas metas.

Ahora anda liado con un amigo de aventuras en el proyecto Mountian para divulgar técnicas de diferentes disciplinas de montaña (barrancos, senderismo, escalada...) centradas en la seguridad de los deportistas: «Puedes encontrar desde cómo atarte una bota de forma correcta hasta rescatarse uno mismo del peligro, hasta en terreno glaciar».

Jaime ha cumplido muchos retos, casi todos los que se ha propuesto: ante la máquina de escribir, el objetivo fotográfico y frente a la aventura. Tiene click. Cree que el miedo a las alturas se supera con el tiempo, poco a poco, incluso la acrofobia. Tiene un sueño pendiente: caminar por cualquier bosque frondoso tres días seguidos y sus noches, en la luz y en la oscuridad, recorriendo senderos desconocidos sorteando piedras y arbustos.

Y, acabado el antojo, regresar a casa. Es un buen periodista y un intrépido montañero alicantino amable y de fácil sonrisa.

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