Opinión | Pensamiento periférico
El velo: oportunismo oportuno

Menores con ´hiyab´ yendo a clase. / J. J. Guillén
La decisión de Junts per Catalunya de posicionarse a favor de vetar el uso de cualquier tipo de velo islámico en las aulas y en las actividades extraescolares y de prohibir el burka y el niqab, los velos integrales que cubren el rostro, en todos los espacios públicos así como el uso del burkini en las piscinas municipales, ha de ser interpretado en el contexto de la creciente competencia electoral entre ese partido y Aliança Catalana,que se reconoce abiertamente islamófoba, y que según las encuestas podría estar seduciendo a parte del electorado de Junts.
No obstante, a pesar del innegable oportunismo político de Junts, no se puede obviar que plantear este debate resulta del todo pertinente si se aborda desde el punto de vista de los derechos humanos, por mucho que buena parte de la izquierda considere ahora que con ello se hace el juego a la derecha radical. Ahora, porque antes no era así y había formaciones de izquierda como el PSC que no veían con malos ojos la limitación del uso velo, hasta el punto que fue precisamente un alcalde socialista, Àngel Ros, el primero en impulsar en 2010 en Lleida una ordenanza municipal que prohibía el velo en edificios municipales alegando precisamente razones de igualdad de género y también de seguridad. Una ordenanza, sin embargo, que fue invalidada en 2013 por parte del Tribunal Supremo al resolver en 2013 que dado que esa normativa afectaba a derechos y libertades fundamentales solo podía ser abordada por una norma con rango de ley. Y eso es justamente lo que pretende Junts en el marco de la futura delegación de competencias migratorias a la Generalitat.
En la actualidad, en cambio, la mayor parte de la izquierda defiende fervientemente el uso del velo como una expresión de la libertad religiosa y avala la idea de que para muchas mujeres es un signo de identidad cultural y religiosa e incluso una decisión personal no necesariamente impuesta. Un argumento, ya de por sí cuestionable y que no resultaría aplicable a las menores de edad que deben ser objeto de especial protección, que pierde toda su legitimidad cuando se atiende a la naturaleza y al propósito del velo: un instrumento que, con el paternalista argumento de proteger a la mujer de la lascivia masculina, la somete, la domina y la discrimina.
Por ello resulta muy contradictorio que la misma izquierda que se dice feminista y antipatriarcal y que defiende la idea de que “solo sí es sí”, abrace con el tema del velo un relativismo cultural que resulta incompatible con de los derechos de las mujeres. La coherente con la lucha feminista y antipatriarcal no es defender el velo como expresión de diversidad cultural, sino exigir que en las sociedades democráticas sea innecesario su uso porque todos los hombres, sean musulmanes o no, son capaces de contener sus impulsos y de respetar a la mujer en cualquier circunstancia haciendo posible que actúe con autonomía y con libertad. De lo contrario quizás no se hace el juego a la derecha radical pero sí al machismo más recalcitrante.
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