Opinión | El mundo por de dentro

Entre los tratados de Utrech y Schengen

Tránsito de personas en la frontera de España - Gibraltar

Tránsito de personas en la frontera de España - Gibraltar / Marcos Moreno / Europa Press

No habrá frontera entre Gibraltar y España. Toda la población de La Línea, Algeciras y su comarca, y por extensión de toda España, podrán entrar y salir del Peñón, que desde este momento forma parte del espacio Schengen, de la Europa sin fronteras interiores. El tema tiene una gran importancia en la vida cotidiana de los más de quince mil españoles que van diariamente a trabajar a Gibraltar y supone compartir el aeropuerto que sin duda crecerá atrayendo turismo a toda la costa gaditana, y nuevas inversiones que permitan el crecimiento económico de toda la región. Eso contribuye a evitar que los jóvenes se metan en las redes de los narcotraficantes. Sobre todo mejora la vida cotidiana de los llanitos y de toda la bahía y por extensión de Andalucía.

El Peñón de Gibraltar sigue siendo formalmente británico, pero forma parte del espacio Schengen y tienen un acuerdo muy especial con España y la Unión Europea. Las condiciones en que va a quedar Gibraltar con relación a la Unión Europea, tenía que aprobarlas expresamente España, esa fue la condición que Sánchez exigió en 2018 para no vetar el acuerdo del brexit. En julio de 2020 la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya se reunía discretamente con el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo (“El turismo, el brexit y Gibraltar”. INFORMACIÓN 31-VII-2020 y “Pasando por Schengen” INFORMACIÓN 30-XII-2020) . Al fin y al cabo el 90 % de los llanitos gibraltareños habían votado en contra del brexit y querían permanecer en Europa. Boris Johnson, el entonces primer ministro británico, reaccionó imponiendo una cuarentena a los viajeros españoles, era una medida política mas que sanitaria, ante el posible acuerdo. El 31 de diciembre de 2020 se cerró un principio de acuerdo entre España y el Reino Unido relativo a Gibraltar abriendo un nuevo capítulo en las relaciones entre ambos países tras más de 300 años de inmovilismo. Por eso se puede afirmar sin exageración alguna, que el tratado firmado esta semana por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares; su homólogo británico, David Lammy; el comisario de Comercio de la Unión Europea, Maros Sefcovic; y el ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, es un tratado histórico porque consigue la desaparición de fronteras y sin graves perjuicios, como la pérdida de empleo, para los vecinos de Gibraltar y La Línea y para el resto de España.

Después de haberse desgañitado y vociferado con “¡Gibraltar español!”, cuando vaya este acuerdo a las Cortes, la derecha españolista votará en contra del tratado que en la práctica convierte de hecho a Gibraltar en la decimoctava comunidad autónoma como bien previeron los padres de la Constitución en el Art. 144 “Las Cortes Generales mediante Ley Orgánica podrán por motivos de interés nacional: a) autorizar la constitución de una comunidad autónoma cuando su ámbito territorial no supere el de una provincia y no reúna a las condiciones del apartado 1 del artículo 143…”. Gibraltar se convierte ahora de hecho en la decimooctava comunidad autónoma con similares competencias a las comunidades históricas y lengua propia, el inglés.

La derecha y la ultraderecha seguirán reivindicando la soberanía española sobre Gibraltar, lo que en la práctica supone reivindicar el Tratado de Utrecht firmado en 1713. No han sido capaces de mover la situación en trescientos años cerrando y abriendo fronteras terrestres permitiendo la construcción del aeropuerto en la línea fronteriza y perjudicando a los vecinos de La Línea y Andalucía. Gibraltar la única frontera que tiene ahora es la del puerto- con una base de la OTAN- y del aeropuerto con un control europeo de Schengen atendido por policías fronterizos españoles, y el de la policía británica que ya existía, y ahora desaparece la frontera terrestre. Es un grandísimo avance. Tanto el PP como Vox me temo que votarán en contra del Tratado, muy españolistas, pero paradójicamente prefieren el Tratado de Utrecht, lo cual no es nada sorprendente si tenemos en cuenta que este mismo mes han votado en contra del Tratado de Amistad España-Francia ya aprobado por la Asamblea Nacional francesa y que en España en las Cortes se ha encontrado con el voto en contra de PP, Vox y Podemos. En el mismo se preveía que ministros españoles pudieran asistir al Consejo de Ministros francés, y a la inversa, lo cual puede ser fundamental para resolver problemas como la intercomunicación ferroviaria, energética y gasística, entre otros, entre los dos lados del Pirineo. Con tantos fuegos artificiales en la prensa, el boicot de la derecha a los intereses de España están pasando casi desapercibidos. Españoles de boquilla y pacotilla.

Tracking Pixel Contents