Vergüenza ajena

Da "vergüenza ajena" escuchar los audios de los que se decían a sí mismos "socialistas", y me llevan a un callejón sin salida de esperanza ideológica, y de total descreencia en el "humano hombre".

Unos cuantos "indeseables" son el contenido noticiable actual de todos los medios de comunicación. Lo sigo con la misma extenuación que tiempo atrás escuché los otros "audios" del exjefe del Estado.

Están en la misma sintonía de desfachatez y amoralidad. Es cierto que ninguna comparación es justa, pero resulta que mis cromosomas XX sí se sienten algo saturados de serlo, y, sin minimizar "los presuntos" delitos económicos cutres, vergonzantes y sospechosos de los diálogos que parecen confirmar lo que unos cobraban y otros pagaban. Lo que a mi salud le parece espeluznante es el denominador común de todos los "señoros" de los grupos políticos de nuestro país, que, de unas maneras u otras, nos tratan a las mujeres como ganado. Lo cantaba hace años mi admirada Pepa Flores en uno de mis temas preferidos "Comprada". Pero la realidad supera a la letra de esa canción.

Me niego a repetir los nombres de todos esos impresentables que han ocupado unos y otros titulares de ahora, de la pasada semana, de hace algunos meses y años, o los nuevos "posibles" ya sean novios, hermanos, compañeros de partido o íntimamente enemigos.

Mi deseo sería que las mujeres de nuestro país diéramos un paso al frente y lográsemos que en el futuro inmediato estuvieran todos ellos destronados de todos los partidos e instituciones y, como poco, en "el rincón de pensar".

Y por si no fuera lo suficientemente dantesca la actualidad, reaparecen los salvadores de la patria, y emisarios de Dios, para ser la solución de la corrupción, y de la igualdad.

Ellos que, entre fiestas de guardar, ayunos voluntarios, embustes varios, vuelven a utilizar la bandera del país como si fuera solo de esos "cuantos" y que bajo el himno del "cara al sol", convertido en la sintonía de un folclore trasnochado y sangriento, dan muestras evidentes de su violencia e intransigencia, como lo que son: "fascistas" que continúan sembrando el miedo y buscando tempestades que no deseo vivir, ni que vivan mis hijos ni mi nieta.

No voy a negar lo fácil que se lo ponen aquellos que no son sólo "presuntamente delincuentes", sino también responsables del fraude moral hacia la historia de los muchos y muchas que se dejaron la vida por defender una sociedad igualitaria en los partidos de izquierdas.

Nos siguen comprando, vendiendo, utilizándolos, esclavizándonos, violando en grupos, con sumisión química, bajo contrato, arrejuntamiento, o sacramento, a nosotras, a las de aquí, o a ellas, las de allí, las del otro lado, o las de nuestro barrio...

Ha llegado el momento de no dejarnos convencer con la igualdad de pega, con la farsa de la libertad para firmar deudas, trabajar el triple, compartir nuestros escasos derechos de maternidad y que continúen robándonos a nuestras criaturas de unas u otras maneras, incluso cuando son víctimas de la misma violencia que la madre. Alquilan nuestros vientres y siguen blanqueando la prostitución.

Viendo lo que vemos, no hay partido político ni institución interesados en su abolición. No estaría de más que todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, y sus grandes equipos de investigación, pusieran en evidencia a los usuarios, insisto, a todos, y a las empresas que, bajo el epígrafe de hostelería, hacen de "ellas", su negocio.

Lo tengo claro, la única solución será feminista, o no será.