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Opinión | Esto no es un cuaderno

Vacas, proverbios y parábolas

Ruz abandona el salón de plenos junto a Aurora Rodil este lunes

Ruz abandona el salón de plenos junto a Aurora Rodil este lunes / Áxel Álvarez

«El número de necios es infinito». –

Vulgata antigua (382) de san Jerónimo de Estridón

Un grupo de nada menos que once científicos japoneses ha demostrado empíricamente que si a una vaca de piel oscura se le pintan unas rayas blancas como si fuera una cebra recibe menos de la mitad de picaduras de moscas que otros congéneres sin decorar. Se trata de una trascendente investigación que recibió días atrás merecidamente en la Universidad de Boston (Estados Unidos) uno de los premios Ig Nobel, parodia de los auténticos y sesudos galardones nórdicos, creados hace 35 años por la revista Annals of Improbable Research para destacar logros científicos que primero hacen reír y luego hacen pensar.

Voy repasando la lista de trabajos galardonados en los Ig Nobel mientras sigo vía streaming el pleno ordinario del Ayuntamiento ilicitano (a ratos, eso sí). Está animada la sesión municipal pero mi pensamiento vuelve a las pobres vacas atacadas por insaciables dípteros, y pienso: igual si las pintan todas de blanco dejarán de picarles. Dejo la idea en manos de los científicos nipones.

La sesión municipal sigue y sigue, con sus acritudes, mofas, cuchufletas, vituperios y agravios. Cada vez se parece más a una obra de Ionesco, pienso. La socialista Patricia Maciá dale con que el bipartito PP-Vox arruina (aún más) al Ayuntamiento con más gasto y duplicando la deuda, y el vicealcalde popular Francisco Soler contestándole que esto no es lo que parece, que parece más de lo que es, y que los datos están ahí para corroborarlo (no aclaró si lo uno o lo otro).

Y los portavoces de la oposición, el socialista Héctor Díez y la compromisaria Esther Díez, pidiendo explicaciones detalladas y hasta una comisión de investigación para averiguar si el alcalde se saltó la larga cola burocrática y tuvo, hipotética y supuestamente, un trato de favor al conseguir en poco más de dos meses la licencia de obras para una piscina y la reforma de su nueva casa situada en un lugar del Camp d’Elx de cuya ubicación no quiero acordarme (por si acaso).

Observo al propio regidor Pablo Ruz tratando de permutarse (al más puro estilo Mazón) de acusado en víctima, en su contestación a Maciá (que no intervino en este punto, no fuera a agravar aún más la cosa). Y así fue cómo, por arte de prestidigitación in voce, el alcalde se sacó de debajo del escaño una súbita reprobación del PP y Vox a la edil, por dar las señas de su morada rural en una rueda de prensa (aunque ningún medio las publicara). «Le va a caer a usted tunda de no te menees de la Agencia de Protección de Datos», le anticipaba el alcalde. «Y se le van a quitar también de paso las ganas de meterse con Paco Soler», enfatizó aún más, si ello era posible.

«Esto es un circo», se quejaba el portavoz socialista. «Sí, pero de dos pistas: una del PSOE y otra de Compromís», replicaba vehementemente Ruz. «Arrastran ustedes la política de Elche al cementerio de la indignidad», declamó el popular Claudio Guilabert, como si formara parte del reparto de Enrique IV. Tan imbuido lo vio el alcalde que estuvo a punto de levantarse de su escaño y proclamar: «¡Inquieta vive la cabeza que lleva una corona!» (o «¡Cuánto pesa esta corona!», para abreviar) pero se contuvo porque no era su turno. Héctor Díez se acordó de Calderón y a punto estuvo de contestarle al incisivo edil de Espacios Públicos: «Respóndate retórico el silencio: / cuando tan torpe la razón se halla, / mejor habla, señor, quien mejor calla», pero miró a su compañero y antiguo jefe Carlos González, sentado a su lado, y desistió.

Mientras, allí seguía yo dándole vueltas a las vacas decoradas, reflexionando sobre el contraste entre lo tranquilas que se las ve paciendo en los prados, pese a las insidiosas moscas, y la escandalera que arman los munícipes en las sesiones plenarias, y sin moscas que los molesten. Pero dejé por un momento la zoología comparada para volver al pleno, ya que advertí que se adentraba en otro de los procelosos asuntos con enjundia que imperan en los últimos tiempos en la política local (en la nacional ya viene de lejos): la acogida o no en Elche a menores extranjeros no acompañados procedentes de países más al sur que el nuestro (MENAPPMASQN). Tema del que, por cierto, nada se sabe oficialmente, ni en el que el consistorio tiene competencias directas.

Conocida era ya la postura de Ruz acerca del asunto desde que descubrió que esos menores no son niños ni almas desvalidas, sino tíos (sic) de 16, 17 y 18 años («en edad militar», como marcialmente arengó el edil voxero Samuel Ruiz). Posicionamiento que el propio alcalde se encargó de viralizar en la televisión nacional, al espetarle a un tertuliano: «¡Pues lléveselos a su casa!». Pero en el pleno municipal matizó y redobló la apuesta: «Si fuera un niño lo acogería en mi casa, y no a uno sino a una familia entera». Se entiende que eso será cuando tenga lista su nueva residencia en un lugar indeterminado del campo, más que nada por razones de espacio. Estaremos atentos a la acogida familiar.

La cuestión derivó hacia un debate ecuménico entre Ruz y el socialista Mariano Valera, a la sazón reconocido católico practicante como el propio alcalde, disputa que en algún momento hizo rememorar a los exégetas más avezados las intensas controversias surgidas en el primer concilio de Constantinopla (año 381). Ambos políticos se enfrascaron en una enconada porfía sobre el significado de la caridad, la misericordia, la compasión, la parábola del buen samaritano (Lucas, 10:25-37), los evangelios canónicos y los apócrifos, las bienaventuranzas y las virtudes teologales, y también sobre lo de dar posada y algo de comer al peregrino, entre otras cuestiones relativas al cuerpo y al alma.

«Señor Ruz, recuerde a Mateo, 25, cuando dice: Fui forastero y me acogisteis», argüía el edil socialista en su admonición. Ruz replicaba a su correligionario y sin embargo adversario: «Y yo le digo a usted, el Torquemada rojo de la ciudad, que recuerde otra cita evangélica que dice: ¡Ay de vosotros fariseos, sepulcros blanqueados, que cargáis cargas y fajos pesados sobre el pueblo!». En realidad el pasaje de Mateo, 23, dice: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia». Probablemente el alcalde lo resumió y contextualizó para una mejor comprensión general.

«Señor Ruz, usted mucho jubileo, pero ha dejado el evangelio y el catecismo en el cajón de su despacho. Sin niños no hay cielo en la tierra que valga», alegó enérgicamente el socialista creyente. «Respire, señor Valera, que le va a dar algo», advirtió el alcalde. «Sí, respiremos todos, tranquilícense y tengamos contención», reclamó la presidenta del pleno, Irene Ruiz, harta de sus infructuosas llamadas al orden a concejales y público, en continua algarabía durante la sesión (como viene siendo habitual, por otra parte).

«Nosotros nos mantendremos firmes en nuestra postura, como Guzmán el Bueno», zanjó el alcalde, previa advertencia de Ruiz (el de Vox) de que ya estaba bien de que el PP dijera una cosa y luego hiciera lo contrario. O viceversa, que no lo dejó claro. O se está con nosotros en el lado correcto de la historia o aténganse a las consecuencias, le advirtió el edil, sin parábolas ni citas bíblicas, mientras Ruz le miraba temiendo otra perfidia de su socio de gobierno. La cosa no pasó a mayores.

Cambiando de asunto pero no de protagonista, ya nos hemos enterado de por qué el ministro Óscar Puente no recibe al alcalde, pese a las numerosas cartas, telegramas y whatsaps que le ha enviado para hablar de las infraestructuras pendientes en Elche. Resulta que el responsable de Transportes advirtió durante el reciente encuentro entre ambos en el aeropuerto ilicitano que Ruz llevaba un micro de solapa con la aviesa intención, según Puente, de grabar la conversación. ¡Así cómo se va a fiar el ministro de recibirle! ¡Como si no tuviera ya bastante con las grabaciones de Koldo! Ruz argumenta que lleva siempre el micro listo, pero solo para sus crónicas de reportero dicharachero y sus vídeos del alcalde al habla, como regidor influencer que es. Vale, pero creo que lo de visitar a Puente irá para largo. Ad calendas graecas, más o menos.

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