En octubre, en su furioso ataque a Vox durante la moción de censura, Casado al borde de la cólera proclamó un «hasta aquí hemos llegado». Los titulares de la prensa más devota fueron “Ha resucitado”, “Rompe con Vox” o “Reconquista el centro”.

Como nadie se da la vuelta como un calcetín, no me lo tragué. Al poco, lejos de moderarse, se quitó la careta y volvió a mostrar su rostro sesión tras sesión, pleno tras pleno. Así, junto a sus acólitos Egea y Gamarra, espoleados por el patrón Ayuso, en lugar de hacer política con preguntas concretas, dilapidan su tiempo con desaforada deslealtad, verborragia y populismo usando todo –pandemia y chantaje de Rabat incluidos– para derribar a un Gobierno legítimo fantaseando con restarle votos a Vox.

El PP camina apoyado en el bastón de la ultraderecha. Son padre e hijo. Se entienden y necesitan, y con ellos el sinsentido reconquista el día a día vertiendo ponzoña para hacer del Congreso un circo que no aporta nada a mejorar España. ¡Gánense el sueldo!