Cómo consorte y padre de alicantinas, estoy muy a gusto en la meior terra del món. Me encanta Alicante. Su luz, su esplendoroso mar, sus plazas y calles, sus monumentos y su gastronomía. Pero, sin embargo, debo confesar mi fascinación por la magnífica Explanada de España. El caminar por sus ondulantes suelos policromados y sus altas palmeras, es como adentrarse en un refrescante oasis, vergel de exóticas fragancias mediterráneas.

De ahí que me resulte muy penoso la falta de sensibilidad y cuidados con esta joya arquitectónica, inigualable en España, por parte del consistorio alicantino. El permitir la instalación de casetas turísticas en un tramo de su paseo, además de un atentado urbanístico, constituye una dejación en la preservación de un patrimonio artístico propiedad de todos los alicantinos y de las futuras generaciones. No me imagino tales afrentas urbanísticas contra su patrimonio cultural en la plaza de España de Sevilla, en la plaza Mayor de Salamanca o en la puerta del Sol de Madrid, por poner algunos ejemplos de similares características.

A mi modo de ver, no se puede mercadear con todo y sin restricciones, en aras de un turismo cada vez más intenso y, en algunos casos, transgresor e invasivo de nuestra forma de vida. Todo tiene un límite. El consistorio de Alicante debería sopesar si quiere un Alicante con vistas al mar, saludable y respetuoso con el medio ambiente o bien un Alicante intransitable, contaminado y con un medio ambiente gravemente degradado. De esa crucial decisión va a depender el presente y futuro para preservar la auténtica idiosincrasia y esencia de esta bella ciudad mediterránea.

Confío en que las obras de ampliación de las aceras que se están llevando a cabo por el consistorio de Luis Barcala pongan por fin una solución coherente a esta triste situación lo antes posible, trasladando las citadas casetas turísticas fuera del paseo central de la Explanada de España, aprovechando la amplitud de las nuevas aceras laterales.

Que unas casetas turísticas no nos impidan ver la maravillosa obra de arte de la Explanada de España en todo su esplendor. Que podamos seguir disfrutando sus suelos marinos policromados y, sobre todo, que nuestro espíritu pueda seguir creciendo mirando a sus altas palmeras.