Cuando algo gusta es difícil de evitar.

Y la juventud y su “etcétera,” con botellones, celebraciones y reuniones nos lo demuestran. ¿Quién no ha pasado la época juvenil? ¡Los que no la han vivido! Y, ahí está la pregunta y a la vez respuesta. El que quiera poderlo contar, por mucho que le guste el atractivo imán de la libertad, con las consecuencias de sus actos tendrá que cargar y, si son negativas ¡A la vida adiós dirá! ¿Muy negro verdad? Pues es lo que hay. Además de hijos/as de nuestros padres también lo somos del destino y del tiempo en el que nos ha tocado vivir.

Aunque sea una medida dura, habremos de echar mano del “freno” de la cordura.