Sin saber de modo cierto si la célebre batalla de Clavijo, con la intercesión de Santiago Apóstol, tuvo lugar en realidad o es una mezcla de fechas y mística cristiana, no convendría en los tiempos que corren perder de vista el espíritu de unidad que de la leyenda se desprende frente a unas adversidades que parecen, a priori, insalvables.

La frase “Santiago y cierra, España” que tanto usaron nuestros ejércitos desde la batalla de la Navas de Tolosa por todo el mundo, bien aplicada hoy día, habría que usarla más a menudo. Invoquemos a nuestro Santo Patrón Santiago para que nos proteja de la mezquindad, la violencia, la intolerancia, la falta de humanidad y la ruptura. Cierra, en el sentido militar del término, que cerremos filas frente a lo que nos quiere dividir y entorno a lo que nos une y ataquemos a todo lo que signifique perder nuestra identidad en toda su diversidad. España, últimamente no utilizada con el respeto que merece, como unión de todos, como símbolo de lo que somos y de lo que queremos ser.

En este 25 de julio recordemos a nuestro Santo Patrón, el apóstol Santiago, tan olvidado de unos años a esta parte como muchas otras señas de nuestra identidad secular. No caigamos en el tan de moda desprecio hacia todo lo que es tradición y carácter de nuestros padres y abuelos poniéndoles colores o símbolos. Miremos al futuro a la cara presentándonos como somos, con nuestras luces y sombras y no nos avergoncemos al decir “Santiago y cierra, España”.