Siento orgullo de ver a la gente deportista de estos Juegos Olímpicos como transmiten valores positivos, tales como la felicidad de ver como alguien a quién conoces gana una medalla superior a la tuya y vas a abrazarle y darle la enhorabuena; como en otros casos durante alguna carrera tienen el infortunio de tropezarse y caer, darse cuenta que tras cinco años preparándose para ese momento, han perdido su oportunidad, y no se cabrean entre ellos, se ayudan a levantarse y se van juntos. Valores, elementos que nos transmiten estos Juegos Olímpicos y nos hace ver la cara positiva del deporte. En el otro lado de la moneda nos encontramos con el fútbol, ese deporte, dónde bastantes jugadores no dejan de protestar las decisiones, incluso cuando el VAR entra en acción, que el árbitro está esperando la resolución, siguen quejándose, con gritos, con gestos, a veces, de menosprecioluego ves jugadas dónde pierden el tiempo, intentan provocarse. Lo siento, pero eso no son valores positivos que transmite el deporte. Por ello, si los Juegos Olímpicos, su comité, realmente quisiera revivir la esencia, por la cual, Pierre de Coubertin volvió a poner en marcha este magnífico espectáculo, dónde podemos disfrutar de deportes que a veces ni conocemos y mucho menos se retransmiten, dónde vemos acciones tan bonitas como las mencionadas y tan penosas como las que se pueden ver en el fútbol, tal vez sería una buena decisión quitar el fútbol de ser un deporte olímpico, hasta que este se lo mereciese y fuese un buen ejemplo para la sociedad, deportivamente hablando. ¿Quién ganará: los valores olímpicos, el buen ejemplo, el fair play o el mundo económico, televisivo que genera el fútbol en los JJOO?