Un reconocido psiquiatra alicantino hablaba en sus múltiples publicaciones en los años 90 del siglo pasado de la psiquiatría como cenicienta de la salud pública.

Si un psiquiatra cambia la medicación de un paciente comentándole que al principio es necesario un estricto seguimiento (cada dos semanas) y solamente le ve después de las primeras dos semanas para después citarle 4 meses después se puede pensar que no ha cambiado nada.

Si en el Centro de Salud donde trabaja este especialista no admite la entrega de una hoja de reclamación pero aconsejan a los pacientes entregarla en Correos (¿en Correos?) o en el Ayuntamiento (¿al alcalde en persona, con cita previa?) ya se puede llegar a pensar aún más que no toman a los pacientes en serio.

Una carta enviada al médico quedó sin contestar y para colmo la respuesta de un médico del SAIP (Servicio de Atención e Información al Paciente) fue la siguiente :

“Después de leer atentamente su queja y recabada toda la información disponible nos ponemos en contacto con usted para comunicarle que de los registros de su historia clínica se desprende que ha sido usted atendido con diligencia y frecuencia más que adecuadas a su proceso, por lo que lamentamos la percepción negativa de su atención y sentimos las molestias por este motivo”.

Disculpe, doctor. En nombre de aquel paciente, le pido disculpas. El no quiso hacerle sentir mal. Y además me comentó que había contratado mientras tanto un seguro privado.