Seguro que, al igual que yo, cientos de millones de personas vemos con esperanza e ilusión, la noticia publicada que dice: Probado con éxito un análisis de sangre que detecta el alzhéimer en su fase inicial. Y es que cualquier avance frente a esta cruenta y despiadada enfermedad que se fagocita todos los recuerdos de cientos de miles de personas, despojándolas de incluso su misérrimo sentido de considerarse una persona, dejándolos sumidos en una nube de algo de nada, eso sí, aunque no pueda impedirles seguir mirando hacia el infinito con dulzura.

Aunque es cierto que no hay enfermedad que se pueda considerar como buena, la del alzhéimer es horrible por su crueldad y sentido de destrucción de la persona, e igual por eso es que, al igual que el amanecer rompe las sombras y tinieblas de la noche, el que el Instituto Nacional sobre el envejecimiento de Estados Unidos haya financiado una nueva prueba que detecta esta enfermedad en su fase más temprana, es por sí misma una importantísima noticia que nos llena de satisfacción. Cualquier avance en su erradicación cobra por sí misma grande relevancia, no en vano el alzhéimer afecta a más de cuarenta y siete millones de seres humanos en todo el mundo. Que un análisis de sangre al alcance de los médicos pueda detectar la formación de la placa amiloide en el cerebro, uno de los indicadores tempranos de la enfermedad, resulta esperanzador. Detectarla en su fase temprana, es de suma importancia.

Bueno, que puedan desarrollar un fármaco capaz de luchar en la erradicación de la enfermedad que trastorna el cerebro al punto de destruir lentamente la memoria y habilidades del pensamiento, siempre es un motivo esperanzador. Ojalá pronto los fuegos que el alzhéimer provocó, queden en mero rescoldo del daño que produjo.