Con el Aquarius, me agradó ver tratar a los migrantes como a seres humanos; pero advierto que este Gobierno es errático en materia de inmigración y me sorprende cómo el ministro del Interior siendo juez conculca la ley y justifica la expulsión de menores. Al escuchar sus argumentos, percibo la frialdad y el desafecto de la derecha, narrando con nula empatía, que todo ha sido conforme a la legalidad vigente. Veremos.

¿No está la Ley de Extranjería por encima de cualquier acuerdo? ¿Dónde están los expedientes individualizados? ¿Quién garantiza que no se pisoteen los derechos de los menores al ser devueltos a Marruecos? ¿Y cómo se repone la injusticia del medio centenar ya devuelto? Además, si tan legal es, ¿por qué no invita a supervisar el proceso a las oenegés para evitar controversias? ¿Y por qué Unicef, Save the Children, el defensor del pueblo o incluso la propia Fiscalía opinan lo contrario? En democracia las formas son importantes y hay que guardarlas. ¿Tan difícil es hacerlo bien?