Se dice, se comenta en sectores retrógrados y carcas de nuestra sociedad (llámense conservadores), que eso de ser pensionista en España es una carga inasumible de sostener en el tiempo, como fuésemos los pensionistas quienes dificultamos la economía. Digan lo que quieran, ni los antiguos aedas cantarían tamañas y falsas glorias de un gran colectivo social y humano tan grande como es este. Mas el Gobierno socialista de Pedro Sánchez, sí tiene otra canción diferenciada: los pensionistas son por lo general aquellos que en otras épocas diferentes ayudaron a conformar la grandeza de nuestra España con sus ímprobos esfuerzos y trabajos. Justo es, que a su jubilación o a su ancianidad, el Estado español se ocupe de ellos otorgándoles, por lo menos una pensión cuanto menos digna.

El Gobierno ha aprobado el proyecto de Ley para reformar las pensiones y volverlas a vincular con la revalorización del IPC de donde nunca se debieron sacar, suprimiendo sus aspectos más polémicos de la reforma de M. Rajoy en 2013. Durante este tiempo, muchos pensionistas hemos tenido que ver cómo el Gobierno aumentaba nuestra pensión en un euro o menos, en tanto que los precios al consumo no paraban de aumentar. ¡Pobres de nosotros! Nadie nos amparaba haciéndonos sentir los parias de la sociedad, por eso, por las medidas del Gobierno estamos un poco más felices, no en vano recuperamos tranquilidad, era de justicia después de haber atravesado tanta intranquilidad. Aunque mucho ojo, todavía resta la tramitación parlamentaria de esta reforma.

Y es que reformar las pensiones era de obligado deber moral. Confiemos que ni Vox ni la derecha de este PP, generen en el hemiciclo demasiado humo y olor a pólvora quemada. Algún día ellos también serán pensionistas, aunque del todo más pudientes.