Los calamares están muy ricos, cocinados de muchas variantes, guisados, en su tinta, rebozados... Cuando escuché por primera vez referencias al llamado "juego del calamar", pensé que era algo relacionado con el cefalópodo citado. Pero ha resultado ser un juego cruel y violento. Menores de 16 años han tenido facilidad de acceso a este juego, y que al parecer se quieren disfrazar con los monos rojos del juego en el cercano Halloween, importación de allende los mares y del lejano EEUU. Aquí teníamos la calabaza con la vela, que en mis tiempos de niñez recorríamos con ellas la huerta, que ya va quedando poca, en su nocturnidad acompañados de nuestros padres, y dándonos algún susto que otro con los que venían por otros lados. Teníamos como cultura, que sigue, al Juan Tenorio y después nunca nos decían la frase de "truco o trato", pues esas cosas eran extranjeras y ni siquiera las conocíamos. Algunos colegios actualmente, están diciéndoles a los padres que no vengan sus hijos con el disfraz del "juego del calamar", pues es un juego con final macabro, y como derivación puede producir conductas agresivas, que van desarrolladas en la infancia y en la adolescencia. Parece ser que después de esa fiesta extranjera de Halloween los niños sufren en un alto porcentaje de episodios de terror y miedo incapacitante.