Nos advertía el gran Viktor Klemperer en su obra LTI - Lingua Tertii Imperi, de las sutiles formas de las que se valen los imperios para ir calando, con el lenguaje, en la conciencia y los pensamientos de sus súbditos. Orwell hizo lo propio en 1984 y podríamos seguir hasta el infinito. Un ejemplo muy a mano: siempre habíamos asociado estas fechas al Tenorio, a Bécquer y a los deliciosos huesos de santo, buñuelos de viento y castañas. No tengo nada en contra de las calabazas, Dios me libre, todo lo contrario. Pero el imperio ha vuelto a conseguir que hagamos nuestras -y en un tiempo récord- costumbres transatlánticas que poco o nada dicen de nosotros mismos y de nuestras más acendradas celebraciones. Aun así, hay voces que nos recuerdan que Halloween bebe de la tradición celta del Samhain (fin del verano) que perdura en Galicia, Asturias y otras naciones celtas. Yo, por mi parte, y con el imperial permiso, iré a la Fira de Tots Sants, de Cocentaina, recordaré a mis amigos y amigas de la Tertulia El Filandón asistiendo a la lectura dramatizada del Tenorio que hacían por estas fechas en el tristemente desaparecido Hotal ABBA de Alicante bajo la batuta de su director, Julián Llorca, me zamparé unos panellets y, por supuesto, no voy a ir asustando a la gente con eso de “Truco o trato”, no. Prefiero ir al MARQ y plantearme: ¿“Etruscos o Trasgos”? Lo tengo claro: no hay alternativa. Me gustan los dos.