Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, la puesta en valor de la salud mental de las personas y el cuestionamiento de quién se responsabiliza de las tareas reproductivas en la mayoría de nuestros hogares, se empieza a proponer dividir por igual los quehaceres del hogar. En este contexto, diferentes estudios revelan la existencia de la carga mental femenina, esa carga invisible que sigue recayendo sobre las mujeres. Y es que el reparto de tareas al 50% es un pacto inútil: no funciona porque nunca es al 50% y porque la carga mental no se reparte.