Los rayos del enojo mostrado en el Congreso de los diputados por el parlamentario Odón Elorza, han atrapado mis sentimientos y todo interés. No apruebo la violencia verbal, entiendo que, harto de que la oposición de derechas arremeta de continuo contra el Gobierno utilizando, una vez más, a la extinta banda terrorista ETA, no haya dudado un instante en elevar su tono de voz, imprimiendo firmeza y convicción a la hora de tildarles como golpistas de vocación.

En el hemiciclo, se perciben muchas veces que no hay terroristas entre sus diputados, aquí lo que hay son franquistas.

Hay diputados conservadores que se exceden en su complacencia interior y, quizá por eso de que encuentran amparo en la Cámara con el uso de la libertad de expresión, expulsan aquellas cavernosas ideas atiborradas de desdicha pues no les va a ocurrir nada. No debiera permitirse que una persona con el currículum de Odón Elorza sea vilipendiado por Vox al grito de acusarlo como el peor de todos, socio de los terroristas. ¿De verdad creemos con dos dedos de frente, que el PSOE quiera borrar de la historia a ETA y a sus víctimas? Se me antoja cruel y despiadada vendetta, molesta cuales esas traicioneras gotas de sudor que resbalan por nuestra espalda llenándonos de supina incomodidad. Bien por Elorza, ETA desapareció, no está aquí.

¿Por qué la derecha utiliza siempre a las víctimas del terrorismo como moneda de cambio? ¿Qué pintan la ETA o sus Víctimas cuando lo que se discuten son los presupuestos del Estado? Una cosa es presentar ofensiva al ejecutivo, y otra diferente dejar que sus cerebros cabalguen libres por el viejo Oeste. Se les ve el plumero con su asistencia a misa del dictador. PSOE y Gobierno, condenan cualquier dictadura del mundo, sea comunista o no lo sea. Así tiene que ser.