Vale que hayamos pasado ese sentimiento amargo del absurdo como es enfermar o ver morir a muchas personas por causa del Covid-19, pero cada vez más, el tiempo que pasa nos aplasta aventando el avispero del negacionismo y, aunque este movimiento se me antoja inestable y pretencioso, está resultando para muchos, cautivadora ocupación. Pero señores, seguimos en pandemia y la OMS nos alerta de que se han disparado las muertes por Covid en el último mes, pidiéndonos prudencia, pues esta epidemia que nos parece se sublima, no es más que una pizca de eternidad que nos está tocando compartir. Ómicron sigue al acecho y puede y quiere sacudirnos como hojas de otoño que crujen.

Pero el ser humano patrio, parece que no aspira a nada más que a que retornen los viajes del IMSERSO, reabran todos los locales de ocio a todas horas, que recuperemos nuestra normal Sanidad de calidad, y que el aumento en el sueldo o pensión sea considerable y que tanto los unos como los otros resultemos ganadores en todas las elecciones legislativas que nos restan por delante. Pero bueno, la cautela dentro de esta pandemia es algo más que pedir prudencia. Todavía quedan países que no han alcanzado la cúspide de contagios de Ómicron. Este virus es muy dinámico y aunque sabemos mucho de él, todavía no lo sabemos todo.

Mientras sigamos con tantas infecciones, el número de decesos resultará elevado. Evitemos tanto optimismo, el virus evoluciona hasta volvernos a todos locos. Falta menos para que un día despertemos y la normalidad haya llegado a nuestras vidas, pero hasta entonces, lo normal son contagios, muertes, cuarentenas, mascarillas, carnet Covid, restricciones y cualquier cosa que podamos asociar al virus. Prudencia señores, valemos mucho más que nuestras prisas por recuperar la normalidad.