Siempre ha sucedido, desde los albores de nuestra cada vez más moribunda civilización occidental. Desde que el genial poeta Ovidio fuera desterrado de Roma, hasta el fin de sus días, por orden del emperador Augusto, por saber en demasía sobre el susodicho y por ser excesivamente libre como versador. Las artes, en general y el "arte de las musas", en particular, no han gustado en exceso ni a los poderosos, ni a los gobernantes, ni a los políticos, ni mucho menos a sus acólitos. Si no, sería imposible entender el borrador que hemos recibido los profesores de Música de la Comunidad Valenciana, -como si de un accidente o de una filtración se tratara-, en el que nuestra asignatura queda relegada a optativa en Tercero, por lo que se niega la formación integral de gran parte del alumnado, justo cuando comienza a desarrollar su espíritu crítico, así como su madurez intelectual y cultural. No sé a quién se le ha ocurrido tamaña necedad, (ni me interesa, sinceramente), pero creo que este es uno más de los dislates provocados por la opacidad intelectual de quienes sólo se escuchan a sí mismos. De quienes, -a pesar de pregonar lo contrario a los cuatro vientos-, no creen, realmente, en el trabajo en equipo, en el desarrollo de ciertas partes del cerebro que sólo la Música es capaz de ejercitar, en aprender a actuar ante un público y en fomentar la preparación de una ciudadanía activa, participativa, solidaria, culta y sensible. Los sistemas educativos más avanzados tienen a la Música como una de sus asignaturas más importantes. Escuchen nuestras quejas y recapaciten, por favor. No pongan en marcha dichos cambios. Háganlo por la Música. Háganlo por las futuras generaciones.