¿Creen que son tontos los de las casas de apuestas? ¿Por qué no buscan barrios más pudientes y acaudalados para la expansión de su negocio? Las casas de apuestas son hojas de la arboleda que comienzan a salir de la nada. Y lo sabemos, el prejuicio deforma nuestra justa mirada, pero nadie queremos una casa de apuestas cerca de casa, menos aún si se instala en nuestra misma comunidad vecinal. Y cuando ocurre, no hay más remedio que aglutinarse y luchar frente a ellas.

No crean que es baladí, ha ocurrido en Antequera, pues hace meses recibieron de su alcalde una notificación informándoles que una empresa de juego pretendía instalar un establecimiento en su comunidad de vecinos. Y comienza el baile, se busca asesoramiento, se presentan alegaciones, y la noticia traspasa fronteras entre barrios recibiendo los primeros el apoyo vecinal de sus conciudadanos y organizaciones sociales y políticas. Y aquello que hoy ocurre en Antequera, antaño o mañana es en cualquier otra provincia y ciudad. Los muy listos, se instalan en las cercanías de colegios o institutos, donde existe continuado paso de estudiantes, y pasan los años y todo sigue igual. Y la ludopatía es un serio peligro para cualquier persona, máxime para nuestros escolares.

Tener dificultades económicas o vivir en barrio obrero, nos catapulta a candidatos de la casa de juego. Creemos que tenemos oportunidad de resarcirnos de nuestra condición de trabajadores, que la suerte está en estas apuestas que, por pocas monedas atacaremos un buen premio en metálico, pero la alegría es para otros, y aunque percibimos la proximidad de las sombras que nos envuelven, seguimos alentando inútiles esperanzas por ganar. Cuidado, casas de apuestas, vence tu inquieta curiosidad, no juegues, únete y lucha contra ellas.