En titular de primera página del 24/04/22, Juanjo Ruiz, rector de la UMH, afirma categóricamente que “el alumnado no está llegando bien formado a la Universidad”. En una entrevista precisa que “la educación se está resintiendo” por “el consentimiento y las condiciones flojas en los Institutos” que, sostiene, “van contra el esfuerzo”.

Tal diagnóstico sobre el sistema preuniversitario, huérfano de argumentación y resaltado desproporcionadamente en titulares, peca de desacertado, injusto y desafortunado.

Desacertado porque el acceso a la Universidad se realiza mediante una prueba selectiva que tiene como función rechazar aspirantes mal formados. La presencia en el primer curso universitario de estudiantes sin preparación cabría atribuirse entonces esencialmente al mal funcionamiento de dicha prueba.

Injusto porque al señalar expresamente a los Institutos, la enseñanza pública, como consentidores de presunta relajación, exime tácitamente de tal responsabilidad a la enseñanza concertada y privada (colegios, Schools, Colleges, Academias, Lycées,…).

Y desafortunado por indiscriminado. El colectivo que prepara para la Universidad a nuestra adolescencia -la más crítica y difícil de las edades- está formado por miles de personas que desde sus puestos en la administración, la inspección, los consejos escolares, la dirección de los centros, los departamentos didácticos, los servicios de transporte, limpieza y mantenimiento, las conserjerías o las cantinas escolares, se esfuerzan día a día por adaptarse a vertiginosos y convulsos cambios sociales. Alguna de esas personas puede que no se esfuerce lo suficiente, como las habrá entre los docentes universitarios, pero generalizar no es prudente.