Una infancia feliz es un derecho que cualquier niño debería tener. Ellos no tienen la capacidad de elegir cómo vivir, sino que dependen de la suerte con la que hayan nacido, y por desgracia; cada vez más frecuentemente los padres hacen partícipes a sus hijos de sus conflictos, sobre todo en caso de divorcio, que son ellos los que acaban sufriendo las consecuencias de la inmadurez adulta. Además, a día de hoy existe una ley de violencia de género, que trata de proteger a todas aquellas mujeres víctimas de maltrato, pero… ¿qué pasa con los niños? porque ellos también son víctimas directas de la violencia por parte de cualquiera de sus progenitores y aún pueden llegar a ser hasta más vulnerables que una mujer al no tener los medios o el conocimiento necesario para pedir ayuda porque en muchas situaciones no son ni conscientes de que pueden hacerlo. Del mismo modo, cuando se da un divorcio por temas de violencia de género, ¿por qué se le obliga a un menor a estar con un maltratador mientras que a su madre se le protege del mismo?

Creo que los niños deberían ser los primeros en tenerse en cuenta ante estas situaciones, así como darles más voz para expresarse.