Leí con bastante sorpresa la columna de Matías Vallés del pasado miércoles 3 de agosto titulada "Podemos se equivoca de playa" en la que, en un ejercicio de pisuerguismo bastante extraño, el autor menciona el cartel de la campaña "El verano también es nuestro" lanzada por el Instituto de las Mujeres porque considera "inadmisible" que ninguna de las personas mostradas saliera fumando. Según el autor, la verdad exclusión playera la sufren las personas fumadoras por no poder fumar dentro del perímetro de las mismas, no las cuatro de cada diez mujeres que no van a la playa por tener celulitis. Resulta extraño dirigir el tiro de una forma tan retorcida hacia el Ministerio de Igualdad en lugar de hacerlo hacia el de Sanidad, pero lo bueno es que escritos así demuestran lo necesario de la campaña más allá de la opinión que tenga cada uno y cada una sobre el cartel de marras: que tú no tengas un problema no significa que no exista, y lo que deberíamos hacer como sociedad es reflexionar sobre los pasos a seguir para que desaparezca la problemática, no mofarnos y/o negar siquiera que exista.

También sorprende el churramerismo de sacarse de la chistera sin venir a cuento una crítica a Alberto Garzón sin mencionarle directamente por "predicar una epidemia de sobrepeso" y "proponer la prohibición de la carne en general". En los tiempos que corren no usaría a la ligera la palabra pandemia, pero cuando en nuestro país el 40,6% de los y las menores entre 6 y 9 años padecen sobrepeso creo que la cosa no está para hacer chascarrillos, sino para entender que tenemos un verdadero problemón. Además, nadie pretende prohibir comer carne, sino que desde el Ministerio de Consumo se intenta concienciar de la necesidad de reducir el consumo de carne por razones medioambientales y de salud pública ampliamente contrastadas por la comunidad científica y recogidas en las guías nutricionales de comunidades autónomas como la andaluza o la castellanomanchega, en la estrategia "De la Granja a la Mesa" de la Comisión Europea o, incluso, en propuestas realizadas recientemente por el propio papa Francisco. Que tanto la ciencia, la política como la fe coincidan en algo debería dar pistas de la importancia del asunto en cuestión.

Vaya por delante que resulta imprescindible que desde los medios de comunicación se critique al Gobierno (o una parte del mismo, si así se prefiere), pero creo sinceramente que debería hacerse desde el rigor. Mala cosa si para fiscalizar al ejecutivo uno necesita recurrir a la mentira y termina siendo, de manera más o menos involuntaria, un mero altavoz de bulos nocivos e interesados.