Desde hace ya tiempo se permite que puedan ponerse en el mercado las viviendas de uso turístico (VUT), ofreciendo al turista una alternativa diferente y por lo general más económica que la del hotel.

Así, gracias a la tecnología y a través de determinadas plataformas salen al circuito pisos vacíos aunque generalmente con los inmuebles más básicos e imprescindibles, por días, semanas o meses, lográndose la obtención de unas sabrosas ganancias, en base a una alta rotación de turistas.

Ahora bien, sucede que lo que menos importa a sus propietarios, son los problemas de convivencia que puedan originar al resto de los vecinos del inmueble -entre otros- voces altas e incluso gritos, música estridente y a deshoras, arrastre de maletas y pesados bultos, horarios intempestivos e incompatibles con el descanso, así como tráfico de bicicletas y patinetes en los elevadores.

Y es que, siendo el problema de fondo un conflicto de derechos de propiedad, en el que está obligado a vivir en el mismo edificio el USO TURÍSTICO y el RESIDENCIAL, bien se deberían implantar con carácter de urgencia en todos edificios, una serie de medidas correctoras para minimizar o tratar de eliminar las múltiples molestias que la gente "de paso" origina.