Xi Jinping, con carita de niño bueno gordito, le han vuelto a reelegir en el Congreso del Partido Comunista chino, donde las banderas rojas, con la hoz y el martillo, signo represivo en los tiempos, desafiantes al mundo, se muestran en el Gran Salón del Pueblo, pero en mi opinión, sin el pueblo; Es otra vez el mandarín de China, elegido por los dos mil trescientos delegados comunistas; Una persona europea, del comercio internacional, nos habló en un programa especial de TV, de un pacto que tiene China con Ucrania, la cual no ve con buenos ojos, lo que Putin está haciendo, ya masacrando a civiles en sus edificios o en sus casas de los pueblos, ya anexionando territorios de la nación ucraniana, así como asesinando a civiles, como al director de la banda de música. También observamos por la TV la humillante salida, del que fue un moderno renovador de China, salir del Congreso, empujado por dos desconocidos obedientes comunistas, del servicio de seguridad, sacando a Hu Jintao de 79 años, y dejando su asiento simbólicamente vacío. El mandarín se ha lucido con su camarada anterior.