Nos vemos todos los días del año dos o tres veces por necesidad obvia. Ya nos conocemos bien. Existe una diferencia que nos mantiene a la expectativa cada cierto tiempo y que provoca una situación de hartazgo. Nunca llega el día en que su contenido se acabe cuando yo lo espero, es muy tozudo en demostrarlo, pero, al fin, se rinde, cuando es estrujado hasta su última arruga. El tubo de la pasta de dientes nos enseña que, en la vida, hay que apurar al máximo los contenidos en general, sean cuales fueren.