La fábrica del odio

Alvise, Ayuso y Abascal, la triple A experta en fabricar el odio a nivel estatal, son simples aprendices si lo comparamos con Benjamín Netanyahu y sus ultraortodoxos camaradas. Ya empieza a oler la cantinela sobre que el Estado de Israel tiene derecho a defenderse, y más cuando no movieron un músculo para defenderse de los nazis. Si el grado de valentía lo mides según el tamaño de tu enemigo, no eres valiente, sino cobarde. Un buen día, a lo mejor a EE UU (el «primo de Zumosol») dice basta, rompe con los lobbys judíos, y se le ocurre cerrar el grifo armamentístico. ¿Entonces qué Netanyahu? Vale, tienes la bomba nuclear, ¿la vas a usar? ¿Y todo por marear la perdiz para que no se te juzgue por corrupción? Sabes Benjamín, llegará un día en que serás juzgado por crímenes de guerra, y lo de tus corruptelas locales serán minucias. Porque tú lo sabías. Sabías que Hamás preparaba una gorda porque te avisó el Mossad, pero no hiciste caso, o peor aún, sabiéndolo, dejaste que pasase; así tener motivos para aplastar Gaza y robarles su territorio para edificar lujosas viviendas. Habéis matado al líder de Hamás, ¿os creéis que no traerá consecuencias? Ahora mismo líderes como Aznar (pero con turbante) están arengando a sus masas diciendo: «El que pueda hacer que haga», y lobos solitarios cuando les apetezca cometerán masacres por todo el mundo. Benjamín, la mayoría de tu pueblo quiere la paz; por una vez hazles caso.