Cartas de los lectores
No es un retraso, es mi ritmo

Una pareja paseando con un carrito de bebé / ALBA VILLAR
Raül Barberà Sangrós
Una de las situaciones más complicadas que puedes experimentar es sentir que vas con retraso en la vida. No me refiero a tener una discapacidad o alguna limitación, sino a la sensación de ir fuera de los ritmos que la sociedad parece imponer. Hablo de haber superado la treintena, seguir estudiando y trabajando, vivir con tus padres, y no tener pareja ni hijos. En teoría, estas situaciones deberían ser vistas como normales, siempre y cuando no interfieras en la vida de los demás. Pero, en la práctica, te enfrentas a la opinión de aquellos que creen que la vida debe seguir un calendario predeterminado y que sienten la necesidad de intervenir en la tuya.
En este «calendario social», los hitos están muy marcados y ojo con salir del esquema: a los 25 debes tener una relación estable y casi consolidada; a los 30, haber comprado una casa; y, poco después, tu primer hijo debería estar pidiendo atención desde la cuna. Cualquier desviación de este esquema te coloca bajo la lupa de familiares, amigos, compañeros de trabajo e, incluso, personas con las que compartes un trayecto de media hora en tren. Todos parecen tener una opinión sobre tu vida. «¿Y nunca has tenido pareja estable?», te preguntan. «¿No has pensado en comprarte un piso?» o «¿De verdad no te gustaría tener hijos?», son algunas de las preguntas que te lanzan sin que lo pidas. Y la verdad es que no, no he tenido una pareja de larga duración, no he considerado comprar una casa, y todavía no sé si quiero asumir la responsabilidad de criar un hijo. Mi único objetivo en este momento es terminar mis estudios, conseguir un trabajo que me apasione y poder seguir ayudando a mis padres para que disfruten de su vida en paz.
No creo que esto sea ir con retraso. Lo veo como seguir un ritmo propio, con etapas que no se marcan por los estándares sociales, sino por lo que cada uno considera importante en su vida. No todos compartimos los mismos deseos o prioridades. No existe una única manera de vivir ni una fórmula que garantice la felicidad para todos. Lo que realmente importa es vivir de acuerdo con nuestros propios valores y ritmos, sin dejarnos arrastrar por las expectativas de los demás.
La vida no es una carrera con una meta definida. Se trata de recorrer el camino a nuestro propio paso, disfrutando de cada etapa sin la presión de «llegar a tiempo». Lo único que importa es que vivamos a nuestro propio ritmo, y no al que los demás quieren imponer.
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