cartas

La soledad

Dos personas ancianas caminando por un parque.

Dos personas ancianas caminando por un parque. / Gabriel Luengas - Europa Press - Archivo

Francisco Penalva Aracil

El estar solos es una situación en la vida muy triste para quien no lo desea. Yo tengo un familiar ya mayor, Magdalena se llama, a la que visito de vez en cuando. Es una mujer buena como el pan recién salido del horno y siempre ha sido muy activa, valiente, y coqueta (aún hoy le gusta pintarse los labios). Cuando voy a verla le pregunto por los buenos momentos familiares vividos juntos, y ella me cuenta anécdotas y «pasaetes» con su buen sentido del humor. Y yo, le leo pasajes de su libro favorito, «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha» . Le gusta en especial este párrafo que dice: «!Mis arreos son las armas, mi descanso el pelear¡». Su cara, con unos ojos muy vivos, no denota signos de tristeza, más bien una expresión de resignación, verse así, ella que no ha parado nunca.

En realidad, la autentica soledad se sufre por las noches en las que no puedes dormir, y te embarga un sentimiento de melancolía al no tener a tu lado a alguien que, cuando amanezca, te lleve a disfrutar el día juntos.

Hay muchas personas mayores como Magdalena que están solas. Tenemos que hacerles compañía, estar con ellas y ellos, procurando que pasen un buen rato con nosotros, y si es posible reírnos juntos.

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