Cartas

Expansionismo Trump-americano

DonaldTrump.

DonaldTrump. / Michael Reynolds / EFE

Francisco Vicente Agulló Sánchez

Espero que me acompañen por esta ficción geopolítica que a mí no me parece tan disparatada. Después de la declaración de intenciones del presidente electo de EE UU (Sr. Trump y sus correligionarios) de que Canadá debe adherirse como el estado número 51 y que tomará Groenlandia por la fuerza si fuese necesario, se nos abren varios interrogantes.

¿Quién puede asegurarnos de que no le seguirán Islandia, las Islas Feroe y Svalbard (Noruega), o cualquier otra isla del norte, oeste o sur de Europa? ¿Puede asegurarme alguien que, pasados unos años, no se apropiarán de Cabo Verde e incluso de nuestras Islas Canarias? ¿Y si pasadas una o dos décadas decidieran anexionarse Irlanda y Reino Unido? Imaginen si todo esto se cumpliera. Dejo a un lado la amenaza de invadir Panamá. Esto sería merecedor de otra ficción geopolítica.

Recuerdo una frase de la periodista española Olga Rodríguez que decía, que algún día «Bajo los escombros de Gaza encontraremos los restos del derecho internacional». Y traigo a colación esta frase para poner de manifiesto que si el derecho internacional sólo se aplica a los países pobres o a aquellos a los que EE UU diga que se le aplique, y ellos sólo cumplen cuando es de su interés, entonces ¿quién puede asegurarme que la ficción aquí presentada no se cumplirá?

Desde mi punto de vista, bajo la premisa, totalmente subjetiva, de la seguridad nacional de EE UU, se ocultan sus verdaderas intenciones. Una flecha envenenada con una mezcla ponzoñosa y mortal de necesidad, un vector expansionista, pero no hacia América Latina, ni hacia Asia, sino una flecha envenenada hacia el empobrecimiento de Europa.

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