Cartas de los lectores

Trump en la Casa Blanca

El president de EE UU, Donald Trump

El president de EE UU, Donald Trump / Andrew Leyden/ZUMA Press Wire/dp / DPA

Manuel Domingo López

Precedido por una bola gigantesca y mortífera de fuego y destrucción entró en el despacho oval de la Casa Blanca su nuevo inquilino, el germano americano Donald Trump, previamente y ante las multitudes, firmó decretos y amenazas contra el mundo mundial, la irá del todopoderoso imperio estadounidense caerá sobre quienes se opongan a sus imperiales deseos.

La gran ola de fuego ha destruido más de doce mil hogares y mansiones de lujo, incendió cinco campos de fútbol por minuto, ha calcinado más de cuarenta mil acres de terreno, unas pérdidas económicas estimadas en más de doscientos setenta mil millones de dólares, veinticinco mil personas muertas, aunque la cifra no está cerrada, no les canso con más datos, que ustedes conocen mejor que yo.

Según los científicos, el fuego, por sus dimensiones y velocidad de extensión, sequedad del suelo, arbolado, velocidad del viento, y otras, son características que se corresponde con incendios propios del cambio climático.

En su discurso de investidura el señor Trump negó dicho cambio climático, vino a llamar farsantes y mentirosos a quienes sí creemos en él y estamos convencidos de que las pruebas científicas existentes son abrumadoras, el incendio de California es una prueba más. Después de llamar farsantes a quienes sí creen dijo que Estados Unidos tiene unas riquezas enormes en el petróleo que van a extraer hasta convertir Estados Unidos en el primer productor mundial, y él lo que quiere es: extraer, extraer, extraer... señalando con su dedo índice al suelo. 

Bien, creo que con sus palabras el Sr. Trump nos dice claramente por qué es negacionista del cambio climático, sencillamente es su coartada justificativa, no puede pretender que cada día se queme más petróleo sin negar sus consecuencias.

El petróleo y el gas que produce EE.UU. es de una calidad pésima, de muy bajo rendimiento y gran emisor de carbono a la atmósfera, o sea, muy contaminante, lo obtienen por el sistema conocido como «fracking», tremendamente agresivo con el planeta.

Lógicamente los consumidores de esa basura seremos sus vasallos de la OTAN que, además, lo pagaremos más caro y contaminaremos más el aire que respiramos. En fin, ya veremos qué hacen nuestros «valientes» gobernantes. 

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