Cartas de los lectores
Los que dan consejos desde el absoluto desconocimiento

Los que dan consejo desde el más absoluto desconocimiento.
Luis Beltrán Gámir
Quiero empezar este artículo haciendo mía la reflexión de la escritora alicantina Elsa Sánchez Rodríguez, en su brillante novela policíaca El mar en calma, sin lugar a dudas el mejor libro que he leído en 2025: "¿Cómo es posible que exista gente tan bondadosa y gente tan perversa conviviendo en el mismo planeta?”. Sin embargo, amiga Elsa, existe un tercer grupo: los que, con buena intención, dan consejos desde el absoluto desconocimiento. Y a ellos quiero dedicar esta columna. A los que dicen que trabajan en el Pentágono… pero luego curran en el polígono.
Es el llamado efecto Dunning-Kruger. Personas con escasa formación que llegan a conclusiones equivocadas, pero no se percatan de sus errores… debido a su poca preparación. En esta sociedad, tenemos la paradoja que describió mi “casi tío" Bertrand Russell: “Aquellos que tienen confianza son estúpidos, y aquellos que tienen imaginación y comprensión, están llenos de dudas e indecisión”. Darwin dijo que “es más probable que la ignorancia genere confianza que el conocimiento”. ¿El más antiguo? Salomón hablaba de que “el necio es entrometido y confiado, y no toma placer en el entendimiento”.
“Aquellos que tienen confianza son estúpidos, y aquellos que tienen imaginación y comprensión, están llenos de dudas e indecisión”
¿Qué ocurre en el mundo laboral? Tenemos a gerentes soberbios y arrogantes que no detectan sus errores, y no admiten comentarios. Son más peligrosos que Morata delante del portero, especialmente cuando tienen iniciativa. Cuando un mediocre obtiene un gramo de poder, cree que tiene una tonelada de autoridad. Y luego tenemos a los que dudan, preguntan y, si se equivocan, lo corrigen. Porque, cuánto más aprendes, más te percatas de lo poco que sabes. Sin pasarte tampoco de la raya, pues pretender que todo sea impecable todo el tiempo, te desgasta y te bloquea. Distingamos lo urgente de lo importante.
Yo siempre digo, medio en serio, medio en broma, que soy medio burro. Significa que tengo la bastante inteligencia para aceptar mis limitaciones, y dudar nunca es sinónimo de debilidad. Sin embargo, el auténticamente peligroso es el tío que es tan idiota… que no lo sabe y, encima, se cree listo. Y como ha mirado Chat GEPETO, se cree un experto en áreas en las que ni siquiera un experto se siente seguro. Es imposible enseñarle a alguien algo que cree saber con certeza. Un idiota que opina que todos son idiotas… menos él. Están ciegos a sus errores, como dijo Tomás de Aquino, “considera falso todo lo que no es capaz de comprender”. Estar convencido de algo, no es sinónimo de tener razón. Yo creo que no nos invaden los aliens… porque somos la vergüenza de la galaxia.
¿Nos pasa un poco a todos? Obviamente. Los españolitos llevamos dentro a un entrenador de fútbol, a un analista político e, incluso, a un psicólogo. Creemos disponer de toda la información para juzgar algo, cuando realmente sólo manejamos una parte, y cerramos la puerta a nuevos datos, que desmienten lo que estamos convencidos de saber.
Creemos disponer de toda la información para juzgar algo, cuando realmente sólo manejamos una parte, y cerramos la puerta a nuevos datos, que desmienten lo que estamos convencidos de saber
Por no hablar que tendemos a prestar atención sólo a aquello que encaja en lo que ya creemos e ignoramos lo que lo contradice. No tienes más que asistir a cualquier tertulia donde flipas escuchando a unos panolis del copón metiendo el remo hasta el fondo… pero con autoridad. Aparte de que no todos podemos opinar de todo. ¿El Premio Nobel de Literatura puede hablar con autoridad de medicina, por mucho Premio Nobel que tenga?
Cuando corriges a un sabio, lo haces más sabio. Pero si rectificas a un bobaina, encima se enfadará contigo. Las latas vacías hacen más ruido que las llenas, lo mismo pasa con los cerebros. Se ponen como las hienas del Rey León, yendo a despedazar a Scar, pensando que ellos tienen razón. Nunca discutas con un estúpido: te arrastrará a su nivel, y te ganará por experiencia. Es exactamente lo contrario del síndrome del impostor. Los que hemos sido padres recordamos a nuestros hijos de bebés hacer burradas, porque no eran conscientes del peligro. Como reza el dicho, la ignorancia, que rima con arrogancia, es atrevida. Si los tontos fueran flores, algunos serían la primavera. El síndrome de la abeja: personas que se creen reinas y son únicamente un bicho.
“Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”.
Amigo lector, ante la duda, recuerda a Alexander Pope: “Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Y márcate un Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”. ¿Tendría el filósofo griego un cuñado plasta, y de ahí sale el mito de los cuñados? Todos debemos y podemos tener pensamientos, pero siempre respetando los ajenos. Acabaré con un chiste. Una ancianita le pregunta a un jovenzuelo: “¿Tienes pensamientos?”. El chaval le contesta: “Pocos, y hechos una basura. Muy guarros”. La señora ni se inmuta y le dice: “Gracias, iré a otra floristería”.
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