El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, sabe que los sondeos, a día de hoy, le van mal al PP. Muy mal. Y los últimos vaticinios demoscópicos no sólo inciden en la tendencia negativa que la cúpula popular ya había detectado casi desde que arrancó la legislatura sino que, además, colocan a la formación de Fabra muy lejos de formar gobierno. El pasado martes, justo después de su conferencia en Madrid y apenas unas horas antes de elevar la presión contra los imputados por corrupción del PP, el presidente de la Generalitat, como confirmaron fuentes de Génova, conoció los resultados de un sondeo en el que los populares perderían hasta 25 diputados de los 55 que cosecharon en 2011. La tendencia negativa de las encuestas, con la legislatura prácticamente liquidada y cuando restan apenas catorce meses para las elecciones autonómicas, habría convencido a Fabra de la necesidad de dar una nueva vuelta de tuerca a la «línea roja». Un golpe de timón para intentar consolidar un cambio de rumbo y llegar, al menos con opciones, a los comicios de 2015.

Ese muestreo, desde luego, no concede ninguna opción al PP de gobernar. Ni siquiera sumando sus votos a los de UPyD, que irrumpiría en el hemiciclo autonómico pero que no sería decisiva. Los populares, de hecho, se quedarían con entre 30 y 32 diputados, muy lejos de los 55 que lograron en 2011 y del listón de 50 de la mayoría absoluta. Los socialistas también retrocederían. Perderían cuatro o cinco escaños para quedarse en 28 ó 29. Uno de los peores resultados de toda su historia, sin embargo, le podría servir al PSPV para retornar a la Generalitat gracias al fuerte ascenso tanto de Compromís como de EU. La formación que lideran Mónica Oltra y Enric Morera podría lograr entre 14 y 16 escaños -ahora tiene 6- mientras la coalición de izquierdas pasaría de cinco a 12 ó 13. El tripartito podría llegar a sumar 58 escaños. El partido de Rosa Díez lograría entre 10 y 11 sillones en el hemiciclo pero no serían decisivos.