Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Recibido entre gritos de «a la cárcel, que aún queda sitio» entre el público

La operación moviliza para los registros a abogados de oficio y cuatro secretarios judiciales y llena de curiosos La Cala

Recibido entre gritos de «a la cárcel, que aún queda sitio» entre el público

n Hacía escasos segundos que Eduardo Zaplana había descendido del vehículo de alta gama que le condujo a Benidorm y no tardó en oírse el primero de los gritos: «A la cárcel, que allí aún queda sitio». La frase fue pronunciada por un ciudadano de avanzada edad que formaba parte de la amplia comitiva de curiosos que durante toda la jornada se acercaron hasta la vivienda de La Cala para no perderse detalle de la operación policial. Mientras, otras dos mujeres, también integrantes de ese mismo club de la tercera edad, hacían sus cábalas: «Igual tardan en salir, porque puede ser que tengan que tirar tabiques y todo». El CSI y otras series policiacas han hecho sin duda mella en la población.

El estallido de la «Operación Erial» se inició en Benidorm al filo de las ocho de la mañana. A esa hora habían sido citados en el Palacio de Justicia de la ciudad distintas personas que tendrían una participación clave en los registros. Ninguna sabía de qué se trataba hasta esa misma mañana, cuando fueron informadas por los investigadores. Entre ellos, según la información que ha podido recabar este diario de distintas fuentes, se encontraban varios abogados del turno de oficio que la Justicia puso a disposición de los arrestados. También los letrados de la Administración -lo que antiguamente se conocía como secretarios judiciales- de los tres juzgados de Instrucción de la ciudad y el de Violencia sobre la Mujer, que serían los encargados de acompañar a los agentes de la UCO en los distintos registros que se realizaron en la ciudad, algunos de ellos de forma simultánea.

Fuentes relacionadas con la causa indicaron que, en total, en Benidorm se habrían llevado a cabo cuatro inspecciones en distintos domicilios, entre ellas el chalé de Eduardo Zaplana; el domicilio de Bataouche y una vivienda propiedad de Joaquín Barceló, sin que haya trascendido ninguna otra localización. De hecho, algunas de las fuentes consultadas por este diario no pudieron aportar demasiada información adicional, al haber sido decretado el secreto de sumario.

A pesar de ello, el exterior del chalé de Zaplana en La Cala fue durante toda la jornada un hervidero de elucubraciones de todo tipo. Y a ello contribuyó la amplia presencia de medios de comunicación y de guardias civiles en la zona, que atrajo la atención de decenas de curiosos que quisieron su minuto de gloria. También fueron un hormiguero los balcones de un edificio ubicado frente al chalé del expresidente de la Generalitat, donde muchos propietarios decidieron prescindir de la siesta a cambio de no perderse detalle de la «Erial».

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats