n España ya no es diferente al resto de Europa en lo que a la presencia de la ultraderecha en el Parlamento. Hace años, políticos y analistas europeos, cuando se veía la fortaleza del populismo nacionalista en Italia, Francia y Alemania, hablaban de la «excepción española» al populismo de derechas. Pero la situación ha cambiado tras las elecciones. Ahora Vox es la tercera fuerza política en España, con 52 escaños y más de 3,6 millones de votos, un nivel parecido al de otros países europeos. El partido consiguió un 15,09 % de los votos frente a los 10,26 % de abril.

En Francia la ola populista de Marine Le Pen solo fue contenida por el liberal Macron en la segunda vuelta de las últimas presidenciales. Ni la tradición europeísta del vecino galo ha frenado este fenómeno, que ha conquistado barrios obreros de las grandes capitales y de las ciudades del París rural.

En Bélgica, el partido de ultraderecha flamenco Vlaams Belang (interés flamenco) se convirtió el pasado 26 de marzo en el segundo partido más votado.

En Holanda, el pasado mes de mayo Foro para la democracia ganó las elecciones provinciales y logró el mayor número de escaños del Senado, arrebatando la mayoría a la coalición de Gobierno.

En Alemania (al igual que en Francia) está funcionando el cordón sanitario. La ultraderechista Alternativa para Alemania nació en 2013 como partido euroescéptico en el contexto de los debates en tono a las ayudas a Grecia y el rescate al euro. En las elecciones de 2017, cuando ya contaba con representación en trece de las dieciséis cámaras regionales, logró su ascenso al Bundestag (el parlamento alemán) como tercera fuerza más votada y como principal aglutinador de voto del voto de protesta de la política de refugiados de Merkel. No obstante, cualquier tipo de coalición con Alternativa para Alemania es descartada por el resto de partidos.

En Italia, el partido que lidera Matteo Salvini pasaría del 17 % de las últimas elecciones a convertirse en el primer partido con el 33 % en caso de nuevas elecciones.