Termina la que hasta ahora ha sido la peor semana de esta pesadilla en la que se ha convertido la alerta sanitaria del coronavirus. La semana, decía, con los peores datos de infectados y muertes tanto en España como en la Comunidad Valenciana. Desgraciadamente, se cumplió lo esperado. Desarrollan ahora la enfermedad los contagiados justo antes de que se decretaran las primeras medidas de confinamiento. Lejos de amainar el temporal, arranca, sin embargo, otra semana clave y muy dura. No sólo porque la epidemia seguirá golpeando con una curva que todavía no ha llegado al pico sino también por el hecho de que esta crisis sanitaria ya ha tensionado las costuras de nuestro sistema sanitario y económico hasta límites que son casi insostenibles. Y en este escenario tan complejo aparecen cuatro interrogantes sin respuesta. Ecuaciones con incógnitas aún por despejar.

1.- Más confinamiento. Era inevitable tras alargar el estado de alarma que el próximo paso del Gobierno tenía que ser tomar medidas más restrictivas de confinamiento. Parar todo aquello no esencial. Intentar arrancar antes el motor económico con un freno en seco ahora que reduzca el tiempo de alerta sanitaria. Pero, sobre todo, evitar la expansión del virus para dar margen a los sanitarios. Pedro Sánchez llevaba más de una semana esperando para cuadrar una decisión que le pedían, entre otros, el titular de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, pero a la que se oponían los empresarios y la vicepresidenta Nadia Calviño, la ministra económica y de corte más liberal de su Gobierno. Hoy mismo, en la tercera conferencia de líderes autonómicos desde que estalló esta crisis, la cuestión ya volverá resuelta al mismo foro en el que se dispararon las diferencias el domingo pasado. Pero la gran duda, a estas alturas, es cuánto tardarán en dar resultado estas medidas extraordinarias de confinamiento que, en principio, tendrán vigencia real de 15 días. Y, sobre todo, si el sistema sanitario aguantará este momento de máxima presión. Un dato. En Italia llevan tres semanas ya encerrados y la enfermedad sigue en nivel de récord.

2.-Segunda oportunidad. Endurecer el confinamiento durante estos días de Semana Santa debería combinarse -habrá que leer con lupa el acuerdo que tomará hoy mismo el Consejo de Ministros- con «mano dura» para controlar la movilidad. ¿Qué hacer con Madrid, convertida en la «zona cero» de esta crisis del coronavirus con Cataluña y parte del País Vasco como las otras grandes zonas afectadas? Ya falló el Gobierno cuando, al principio de esta alerta, las medidas de restricción tomadas por el ejecutivo de ese territorio, provocaron un desfile de madrileños hacia sus segundas residencias en la Comunidad. Una situación que, como apunta el Consell y también los expertos, ha tenido un impacto negativo en la evolución de la enfermedad en nuestras ciudades. Con la alarma ya renovada y con este plan de confinamiento que coincide con los «festivos» de la Semana Santa en marcha, el Gobierno tiene otra oportunidad para restringir las salidas de Madrid al margen de arbitrar, igualmente, el aislamiento de zonas de Cataluña, como pedía su gobierno. Un segundo éxodo sin control desde el centro de España hacia esta tierra volvería a alimentar el virus en la Comunidad, menos agresivo hasta aquí que en los territorios más afectados.

3.-Suministro sanitario. Lo principal, a día de hoy, es responder a la alerta sanitaria. Sin salud antes, no habrá luego economía. Y es fundamental garantizar el abastecimiento de material. Ayer el Gobierno de España «vendió» en una nota que había enviado ya medio millón de mascarillas a esta Comunidad. Una cifra claramente «insuficiente» si la Generalitat Valenciana no se hubiera movido para comprar material en China. Con lo que está previsto este fin de semana, ya habrá adquirido el Consell una cifra cercana a los cinco millones en un mercado salvaje al que es muy difícil acceder. Poder seguir garantizando esos suministros y contar con el refuerzo de espacios de atención como los hospitales de campaña será clave en esta semana.

4.- Respuesta de Europa. Una magistral intervención de Esteban González Pons hace 48 horas en el europarlamento define la encrucijada en la que está el proyecto de Europa. «Ser solidarios es ser europeos, lo contrario es egoísmo. Se llama Brexit», decía Pons. Ponía sobre la mesa el dirigente valenciano del PP el debate entre el norte con Alemania además de algún país como Holanda dispuesto a no atender a los ancianos afectados, frente el sur -España, Italia y también Francia- reclamando una respuesta conjunta a una crisis de esta envergadura. O es así, o Europa se muere. Así de claro.

Cuatro ecuaciones con incógnitas que marcan el futuro de esta crisis.