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El caso Kitchen remueve el pasado de corrupción del PPCV

El PP valenciano marca distancias con el escándalo del espionaje a Bárcenas mientras Pablo Casado pone a Rita Barberá como ejemplo de las «penas de telediario» que quedan en nada

Bonig y Casado esta mañana.

Las revelaciones sobre la utilización del aparato del Estado para tapar la financiación ilegal del PP supone un claro contratiempo para el líder nacional Pablo Casado y sitúa de nuevo el nubarrón de la corrupción sobre una organización impaciente con volver a la Moncloa. El caso Kitchen no implica a los actuales dirigentes del PP valenciano, pero ha removido un pasado de corrupción que la dirección regional lleva años tratando de enterrar.

Las conversaciones entre la entonces secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, y el comisario Villarejo para endosar al exnúmero dos del PPCV, Ricardo Costa, toda la responsabilidad de la trama Gürtel, remueve una herida aún por cicatrizar. Una mancha que una década se llevó por delante a un presidente de la Generalitat y que dejó seriamente tocado al partido que encadenaba mayoría absolutas desde 1995.

En realidad, las grabaciones a la mujer de confianza de Rajoy no descubren nada que los populares valencianos no supieran o no intuyeran en su día. Eso sí, la constatación de que Génova usó al PPCV como cortafuegos al transmitir la sensación de que la corrupción de Gürtel se ceñía a ese territorio da argumentos a quienes piensan que ahora le corresponde a Génova salir solito del fango. Costa confesó y esa confesión forma parte de la historia del PPCV, pero el estigma es ahora compartido.

Oficialmente, el PPCV marca distancias con el escándalo y con aquella etapa y se limita a pedir respeto por los procedimientos judiciales. Mantienen que este asunto no alterará su estrategia y que no están dispuestos a bajar la cabeza ante el tripartito. «No nos pueden dar lecciones cuando la Guardia Civil investiga al hermano del presidente», apuntan.

Sin embargo, los intentos por mantenerse al margen de este nuevo escándalo resultan complicados. El propio Casado desempolvó el pasado cuando ayer usó el caso de la exalcaldesa Rita Barberá como ejemplo de las «penas de telediario» que «acaban en nada».

El comentario escoció en algunos sectores del Partido Popular, ya que Casado fue uno de los dirigentes que, cuando estalló el caso Taula, abogó dejar caer a la también senadora. Por otro lado, el caso Kitchen enturbia un liderazgo, el de Mariano Rajoy, con el que el nuevo PPCV se sentía cómodo. No en vano, la cúpula regional se decantó por la sucesora de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, en el congreso que ganó Casado.

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