Los previsibles atrasos en el calendario del nuevo sistema de financiación autonómica que han salido a la palestra esta semana no parecen haber alterado ni un ápice la fe del Consell en el Gobierno. La vicepresidenta y portavoz del ejecutivo autonómico, Mónica Oltra, se mostró ayer comprensiva y mantuvo la esperanza de que los plazos se cumplan al menos «razonablemente», lo más pronto posible, «teniendo en cuenta que estamos en pandemia», remarcó. «Somos un gobierno confiado. ¿Por qué vamos a desconfiar? La desconfianza es fea, es una carcoma», apostilló a continuación, sobre los compromisos de la Administración de Pedro Sánchez.

La promesa pasaba por poder disponer de un «esqueleto» que siente por fin las bases del nuevo modelo de financiación antes de noviembre, pero esta misma semana varias voces del Ejecutivo central han dejado entrever que la demora es inevitable, en un momento en el que todos los esfuerzos se centran en otras prioridades de envergadura, como contener la crisis sanitaria y poder cerrar unos nuevos presupuestos lo antes lo posible.

Un día después de que la comisión de expertos para la reforma de la financiación planteara la necesidad de un fondo adicional de nivelación para las autonomías peor financiadas que supondría un balón de oxígeno de 1.336 millones de euros, Oltra reclamó la puesta en marcha de mecanismos de compensación para corregir las graves asimetrías con otros territorios mientras se arregla el sistema. «Somos el único territorio pobre que paga (al Estado) como si fuera rico, la infrafinanciación nos está desangrando», sentenció la vicepresidenta.

Además, el lunes, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se mostró «convencido» de que la propuesta de borrador del Gobierno llegaría «antes de final de año».